01 diciembre 2014

Geniales y vulnerables


El vienes tuve tutoría y comenté que había oído en la radio que una chica de 13 años se hizo unas fotos provocativas, se las envió a un chico que le gustaba y este las había difundido, comentábamos que lo que se cuelga en la red ya no es tuyo y no puedes controlar lo que se hace con ello.
Todos y todas asentían, hasta que Alma comentó: "Pues yo no lo entiendo, no sé para qué hacen esas tonterías, yo nunca lo haría".
Lucía: "Ni yo, pero hay chicas que lo hacen".
Mónica: "Acuérdate".
Si, también pasó algo así en nuestro centro y generó mucha reflexión y muchas conversaciones.

M. E.: "Pues yo sí que lo entiendo, pensad que llegáis al instituto siendo preadolescentes y de pronto todo cambia, vuestro cuerpo, la forma de pensar, aparece el sexo,... y todo son inseguridades. (Se creó un silencio lleno de atención). Pero es igual para chicos que para chicas, todos cambiáis, pero ninguno al mismo tiempo ni con los mismos resultados. Hay chicos en primero que están desarrollados y se llevan a todas las niñas, aunque en cuarto no les mire ninguna porque los demás cambiaron mucho".
Rosa: "O se quedó en segundo".
Alma: "Eso es lo más seguro".
Sonrisillas cómplices, está claro que ese chico tiene nombre y apellido.

M.E.: "O se quedó en segundo, y ese chico delgadito y desgarbado en quien no se fijaba nadie en cuarto es un chico guapísimo. Recuerdo que fui tutora de un chico que creció todo en segundo y tercero y al llegar a cuarto se engordó y las niñas descubrieron lo guapo que era... Hablé con su padre y le comenté que había ganado mucho en confianza, pero que le iba a costar el curso, era un hombre encantador y lo comprendió, chicas y libros no son compatibles".
Lucía:"¿Qué paso?".
M.E.: "Repitió curso, por supuesto".
Risas, bromas,...

M.E.: "Imaginad que eres una chica normal, muy normal, que no destacas por nada, ves a los chicos que se les van lo ojos detrás de esa chica que está muy desarrollada y tú piensas ¿me querrán algún día aunque no sea tan guapa como ... o tan alta como... o tan rubia o tan morena como...?, en el fondo todos, todos, necesitamos que nos reconozcan y nos quieran. Y en esta época más, por eso en este momento eres capaz de hacer cualquier cosa para que alguien sepa que estás ahí y te quiera".
Se han puesto serios, comprenden lo que digo, seguro que lo han sentido en algún momento. Cambio la conversación pero me acuerdo de María, una muchacha con la que tengo una preciosa relación a pesar de que ya no le doy clase.
Hace unos días me escribió en Facebook: "Hola María Eugenia!! Me gustaría saber si tienes algún recreo mañana libre para poder hablar contigo, ya que necesito hablar con alguien que sepa escuchar, del curso que llevo para desahogarme un poco y que me aconsejes, que me ayudes..."
Le dije que podía venir dos días más tarde, entre medio había una mediación y mis recreos estaban ocupados. Pero pregunté a dos profesoras que le dan clase este curso para tantear. Me comentaron que estaba un poco nerviosa, que se agobia pero que va muy bien.

¿Nerviosa?, ¿agobiada?, ¡pero si es energía en estado puro!; alta, con una preciosa melena ondulada, alegre, vital, impulsiva, con una sonrisa pícara que me ha desarmado siempre, lo dicho, energía en estado puro.
Por fin nos vemos y me empieza a comentar que está mal, que no se ve bien, que le cuesta más sacar notas, le interrumpí.
M.E.: "Basta, te voy a decir lo mismo que le he dicho a otra chica, sois diferentes y este instituto es muy limitado, aquí solo se puede ser de una o dos formas, y tu no entras en ellas, pero cuando llegues a la Universidad tu mundo va a cambiar y te vas a dar cuenta de que eres maravillosamente distinta".
Sonríe tímidamente, le llega lo que digo, pero... a mi niña le falta que le digan que es preciosa, que se van a morir de envidia todas las chicas cuando aparezca por la universidad y que la mitad de los chicos se van a derretir por sus huesos, bueno, la mitad o unos cuanto, pero va a ser así. No recuerdo las palabras exactas, pero se lo dije y entonces sí que sonrío de verdad, con ese punto pícaro que me gusta.
Le pedí su email y le pedí que hiciera dos cosas, una en los exámenes si se bloqueaba y otra para aprender a mirarse con mis ojos, y me contestó: "Muchas gracias, lo probaré, muchas gracias por todo y sobre todo por poder confiar en ti y ser como una mejor amiga mas de las que se puede contar los problemas sin que te juzguen sin pensar o entenderte, gracias :)".

Me preocupa que estos chicos y estas chicas se vivan tan mal, si se miraran con mis ojos verían que son geniales, fantásticos y preciosamente vulnerables, por eso debemos cuidarlos.

23 noviembre 2014

Dragones a la mazmorra

Con este título invité a los alumnos de 1º de ESO a trabajar su ira.
Sigo intentando encontrar fórmulas nuevas que ayuden a los alumnos a conocer, reconocer, aceptar y manejar sus emociones. Como la rabia suele ser la que más problemas nos genera decidí inventar algo que motivara a los chicos y les ayudase a evitar o reducir sus conflictos.
Como siempre, tuve mucha suerte y en el primer recreo una chica se dió de baja alegando que la habían apuntado sus amigas pero que no le apetecía, le sonreí y dije que me parecía bien, ella se relajó y ya está. Otro muchacho tampoco apareció, pero los que vinieron me hicieron disfrutar mucho porque participaron de una forma especial, como solo ellos saben hacer, con esa mezcla de desdén, interés, ingenuidad y sabiduría que me encanta. Al día siguiente aparecieron nuevos y me pareció genial. 
Hemos pasado más recreos de los que yo pensaba, estaba programado para 5  y lo hemos hecho en 6. Un recreo es poco tiempo y entre que nos juntamos todos, recolocábamos nuestra energía y empezábamos a trabajar se nos iba el tiempo, aun así hemos hecho cosas preciosas. Al terminar, un par de muchachos dijeron que no les importaría seguir más recreos. Pero me parece más adecuado valorar lo hecho y ofrecerlo a otros que aun no conocen a los dragones como nosotros.
Hablamos sobre qué es un dragón y descubrimos que es una parte de nosotros que no podemos ni debemos eliminar, que hay que aprender a manejar porque es una parte muy potente y sabia.
Descubrimos que se localiza en diferentes partes del cuerpo según cada persona, y que eso es normal, no hay un lugar único, los dragones se pasean por las tripas, por el pecho, por la cabeza o por la garganta. Los dragones son así de chulos y no se manifiestan igual en todas las personas, pero eso solo es normal, no es mejor ni peor sentirlo en una zona u otra, todo es normal.
Dijimos que estábamos enfadados, lo repetimos, lo gritamos sin reparos varias veces y nos sentó muy bien. También descubrimos lo que más rabia nos da a cada uno, a veces eran situaciones parecidas, otras no tanto, pero todas eran válidas porque eran reales: "a mí que no me hagan caso", la falta de reconocimiento; "a mí que quieras ser amigo de alguien y que te manden ...", el rechazo, cuánto duele. Así, uno por uno fuimos diciendo lo que más rabia nos daba.
También descubrimos que cuando sentimos al dragón descontrolado dentro de nosotros lo representamos como caos, todo se mezcla, todo es confusión. También aprendimos que huele y sabe a limón, es ácido.

Vimos, gracias a unos fantásticos teatrillos que representaron, que nos movemos, hablamos y pensamos de diferente forma cuando el dragón está libre y suelto dentro de nosotros, que cuando lo tenemos controlado.
No nos limitamos a conocer a un dragón, conocimos a una familia completa y nos hicimos amigos de uno pequeñito que no daba miedo y que nos aportó su gran sabiduría.
Nos sentimos capaces de parar nuestra energía cuando llegábamos a un punto en el que era el dragón quien mandaba y no nosotros. Supimos cual era el momento exacto en el que el poder pasaba de nosotros al dragón. Todos estábamos de acuerdo en que los dragones traen problemas cuando cogen el poder y es mejor parar y marcharse antes de que todo se complique más.
El último día fuimos capaces de encerrar a los dragones en la mazmorra y nos dimos cuenta de que cuando ellos están allí, todo cambia, la rabia ya no huele ácida, "huele a campo", "huele a fresa". Siento tranquilidad, estoy bien.
Los dibujos son reales, he tachado los nombres porque me lo pidieron, pero me parecen tan representativos de lo que allí han vivido que me apetecía mucho presentarlos. No hace falta, pero me apetece decir que la parte de abajo es la vivencia de la rabia cuando manda el dragón, y la de arriba cuando lo hemos encerrado en la mazmorra.

16 noviembre 2014

Hoy va por ti

El otro día, en la reunión de tutores comentó el orientador que debíamos valorar la actividad "Te puede pasar a ti", que va sobre accidentes de tráfico, y en caso de aprobarla, decir cuándo la realizan. No pude evitar viajar en el tiempo. 
Recuerdo que un día llegaron los chicos alborotados porque un compañero suyo había tenido un accidente con la moto, que él se había hecho poco, pero que la novia estaba muy mal. Me preocupé por él, la chica estudiaba en Alagón y no sabíamos nada de ella. A los pocos días el chico se incorporó a las clases con la muñeca rota, en mi clase me ponía a su lado y hablábamos, nunca le pregunté directamente, pero intentaba conocer su estado de ánimo por las frases, el tono de voz, en fin, esas cosas inmateriales que se captan con la intuición. Solo sentía su preocupación, pero hablaba poco y yo no encontré el hueco para hacer una pregunta directa. Me limité a darle ejercicios para que recuperara su fuerza y movilidad.
Se empezó a hablar de su novia, tenía una lesión medular bastante alta, no podría volver a caminar. 
Pasó el curso, él se recuperó casi totalmente de su lesión y nos anunciaron que ella, tras un año en el hospital se incorporaba a nuestro centro. Empezaría 2º de ESO con varias asignaturas de 1º. 
Tuvimos que hacer adaptaciones en el centro, colocar un ascensor, pelearnos con el que ya había y que sigue dando problemillas.
Yo me asusté, no me sentía preparada para impartir clases a una alumna en silla de ruedas sin conocer bien sus limitaciones ni posibilidades. Además había cambiado de centro, no conocía a nadie o casi nadie; (supongo que lo hizo por romper con el pasado). Yo tenía miedo, no me importa decirlo abiertamente, miedo por mí y por ella, en aquél momento no lo reconocí tan abiertamente como ahora y proyectaba mis inseguridades en ella; pensaba que quizás ella no quería hacer educación física, que quizás no se adaptaría al centro, que quizás rompiera con el novio y lo pasaría fatal, que ... Mil cosas más, pero no eran "sus miedos", eran "los míos" y lo comprendí en un par de meses.
Si, solo necesitó 60 días para hacerme ver que ella estaba preparada para todo y para más. Decidida, abierta, autónoma, alegre, divertida, increíble, fantástica. La recuerdo cogiendo el stick y devolviéndome las pelotas que yo le enviaba, ayudándome a preparar las clases, contándome cosas, pidiéndome que la dejara ir a la biblioteca cuando hacía mucho frío, porque su mala circulación le hacía sentirlo más. Casi sin darme cuenta me olvidé de la mayor parte de sus limitaciones, solo veía sus capacidades, y reconozco que algunas con cristal de aumento.
En poco tiempo se creó una preciosa complicidad entre nosotras, y pasó de comentarios intrascendentes a enseñarme los regalos del día de San Valentín y a contarme cosas más personales. Yo también lo he hecho, le he comentado sentimientos míos que no he compartido con otras personas. Pero creo que nunca le he dado las gracias por entrar en mi vida y sacudirla como lo hizo, voy a aprovechar esta página para hacerlo ahora. 
Gracias, mi niña, por hacerme comprender que mis miedos son solo míos, que hay que vivir con fuerza y con ilusión, que debemos seguir compartiendo la sonrisa, sobretodo si es tan bonita como la tuya, que es bueno hacer alguna locura, salir de la norma, reírse a carcajadas por una tontada, en resumen vivir y disfrutar de cada momento.
El curso pasado me regaló un libro: "Cosas no aburridas para ser la mar de feliz"; me hizo un regalo, como si entrar en mi vida, sacudirla y enseñarme tanto no hubiera sido bastante.
Sabes perfectamente lo que pienso de ti, cuánto hemos disfrutado juntas, sabes que estoy ahí para lo que necesites, ahora y siempre. Gracias por ser como eres y compartirlo con los que estamos cerca.

09 noviembre 2014

Dimos voz a los padres

Hace ya un mes que los padres de nuestros alumnos vinieron al centro para conocer al equipo directivo y al tutor o tutora que acompañará a sus hijos en este curso.
Siempre reuníamos a todos en una sola tarde, pero este curso decidimos cambiar. Hablo en plural por dos motivos, uno que yo también formé parte de un equipo directivo y he organizado estas reuniones y el otro es que le hice una propuesta al equipo actual de mi instituto y les pareció bien.
Comenté que los padres de primero de ESO deberían tener un trato diferente, para ellos no es una rutina, es la primera vez que vienen, tienen muchas dudas, temores,...y se limitan a escuchar al equipo directivo y luego acompañan al tutor para volver a escuchar. Creo que no es una buena acogida; así que propuse realizar un "world coffee". Esta técnica la hemos utilizado varias veces antes, con alumnos para trabajar el tema de la convivencia y con padres para informarles sobre la nueva ley de educación (LOMCE). Consiste en reunirse alrededor de una mesa para comentar un tema propuesto (escrito en el propio mantel) con un anfitrión que se encarga de recoger todo lo comentado. Cuando nos juntamos en el bar hablamos más abiertamente, decimos muchas cosas que matizamos u omitimos en otros entornos, por eso deseábamos reproducir este ambiente.
En esta ocasión había que cuidar varios aspectos, uno de ellos elegir temas de interés tanto para los padres como para el instituto y otro, cómo gestionar la numerosa afluencia de padres. Al final pensamos reducir a 4 los temas elegidos:

  1. ¿Qué como?, ¿dónde?, ¿cuándo? (con este juego de palabras pretendemos trabajar la alimentación de nuestros adolescentes).
  2. ¿Qué hacemos con los móviles?
  3. Tareas compartidas.
  4. Salto al instituto.
Y después hicimos dos vías, dos grupos para que pudieran participar todos los padres a la vez. Para distinguirlas una era en color verde y otra en naranja. Unos padres comentaban los temas en unos manteles y otros en los otros, así pudimos realizar la actividad en algo más de media hora.
Como siempre, todo este montaje fue posible gracias a la inestimable colaboración de Rosa, la responsable de la cafetería. No solo nos prestó el local, además hizo galletitas de colores, preparó una zona para coger el café y estuvo con nosotros todo el tiempo; sobretodo conmigo antes de que empezara el lío para ayudarme y darme ánimos.
Las jefas de estudios ya habían vivido esta experiencia y les apetecía repetirla, las tutoras de 1º de ESO, curiosamente, eran nuevas en el centro, excepto una. Esta circunstancia favoreció el que resultara fácil hacerlo. También deseo agradecer a Pilar, tutora de 1º que con los alumnos de Diversificación nos prepararan los manteles (los títulos y números).
A los padres los pillamos un poco por sorpresa, el director hizo una presentación escueta y les comentó que iban a ser ellos quienes hablaran, les invitó a ir a la cafetería. Llegaron un poco sorprendidos y les fuimos organizando. Una vez sentados en nuestra mesa les explicábamos la intención de esta actividad y les proponíamos el tema para que comentaran lo que deseasen.
Fue una de las experiencias más interesantes que he vivido, fácil no, pero interesante si, mucho. Los padres y madres aportaron ideas, información, dudas, frases divertidas de sus hijos, preocupaciones,...todo quedó recogido en nuestros manteles. Cada 7 minutos sonaba una música de fondo y avisaba del cambio de mesa, nuevas madres y padres se sentaban, comentábamos las aportaciones de los anteriores y seguíamos recogiendo nuevos comentarios. Realmente un placer.
Al final, cuando habían recorrido las 4 mesas y hecho los comentarios y aportaciones que les parecieron bien, les despedimos, dimos las gracias e invitamos a que hicieran una valoración, opinión o lo que deseasen sobre lo vivido, para ello había una mesa con folios y bolígrafos para facilitarlo. Es cierto que pocos lo utilizaron, pero todos dijeron que les pareció interesante, una persona nos propuso hablar sobre acoso, lo hemos recogido, pero nos parece que eso deberíamos dividirlo a su vez en varios aspectos y tratarlo como un monográfico. También debo comentar que un par de madres se quejaron porque pensaban pasar poco rato en el instituto y todo esto les parecía una pérdida de tiempo. Acogemos este comentario, a todos no tiene por qué gustarles la innovación, lo tendremos en cuenta.
Me alegro de haber hecho esta propuesta, (a pesar de que no gustara a todo el mundo), buscábamos dar voz a los padres, escucharles, y lo hemos conseguido. Si podemos dar continuidad a esta actividad estoy segura de que será más fácil y fluida.

26 octubre 2014

No es tan fácil

Sé que no he escrito nada desde hace tiempo, sé que hace más de un mes que empezó el curso, pero sé también que no puedo publicar todo lo que me cuentan, sé que debo cuidar de mis alumnos y alumnas, que no puedo, quiero, ni debo faltar a la confianza que ponen en mí, haciendo pública su historia.
Este ha sido un principio de curso difícil; he tenido varios momentos de preciosa intimidad, de confesiones espontáneas y profundas. Momentos en los que un alumno o una alumna se han abierto sin pudor, sin reparos, haciendo que se me ponga la piel de gallina; lo han hecho sabiendo que no les voy a juzgar, a criticar, ni a echar la bronca. Esos momentos en los que no cabe más que acoger su historia, sus sentimientos, sus sensaciones, esos pensamientos de los que se arrepentirán dentro de muy poco y que solo reflejan la rabia y el miedo del difícil momento que están viviendo.

No es fácil compartir estas historias, por eso hoy quiero que los que me leáis penséis en lo importante que es no juzgar sin conocer, sin saber qué hay detrás de esa chica alocada o de ese chico que parece enfadado con todo el mundo mundial. Muchas veces, más de las que nos imaginamos, tenemos a nuestro alrededor personas que sufren, que viven momentos muy extraños; momentos de los que un adulto sale con dificultad. Imaginad lo complicado que será para un adolescente, lo agotador que resulta vivir sin entender bien por qué a mí, porque de esta forma, por qué esta injusticia. Ellos no tienen los mismos recursos que un adulto, a ellos aun les manejan sus emociones, no pueden parar su mente para pensar con un mínimo de sensatez. Son adolescentes, chicos y chicas que cambian por dentro y por fuera mientras sus hormonas les sacuden como una coctelera. Ellos solo tienen miedo a que nos les acepten, reconozcan ni quieran; si llevan a sus espaldas una historia "rara" sus miedos se acrecientan. No están seguros en su cuerpo, en su cabeza ni en sus emociones, si a eso añadimos una situación familiar complicada, una enfermedad o un accidente, ¿qué pueden hacer?.

Los pasillos y las aulas están llenos de situaciones divertidas, difíciles, atrevidas, románticas, ... Pero, sobretodo están llenas de chicos y chicas que, en algunos momentos, sufren y no saben qué hacer con su dolor. No sirve de nada dar consejos, decir esa famosa frase de "si yo estuviera en tu lugar..."; no sirve, porque no estamos en su lugar ni lo vamos a estar nunca, no somos la otra persona, no hemos vivido lo mismo que ella o él, por eso no podemos ponernos en su lugar, podemos, eso sí, acercarnos, escuchar, apoyar con nuestro cariño, comprender que sufre y estar ahí, a veces solo es necesario que sepa que estamos ahí.
En muchas ocasiones sé perfectamente que solo vienen al aula de convivencia a contarme sus problemas porque saben que estoy ahí y cuando sus amigas o amigos no les entienden o están cansados de escuchar lo mismo, vienen a mí y les acojo, les doy un poquito de cariño.
No es fácil contar lo que sucede sin hacer daño, sin desvelar de quien se trata, en muchas ocasiones ni cambiando sus nombres pueden esconder las historias por eso hoy solo quiero decir que es mejor no juzgar, no criticar si no conocemos de verdad todo lo que ese chico o esa chica llevan a sus espaldas, toda la mochila de vivencias, desamor, dolor, miedo, desprecio,... que cargan en silencio.

23 junio 2014

Un año difícil

Hemos terminado las evaluaciones y estoy muy contenta. Mis chicos, las alumnas y los alumnos de mi tutoría, 4º B; han superado con creces el curso, casi la mitad han aprobado todo ahora en junio, el resto tienen una o dos materias suspendidas que seguro que superan en septiembre y solo dos chicas no obtendrán el título de ESO, pero han hecho la prueba para acceder a Ciclos Formativos de Grado Medio y la han superado con notable.
¿Que si estoy contenta?, no, contenta no, lo siguiente. Son geniales.

Me hace aun más feliz saber que no he influido mucho, este ha sido un año difícil para mí. 
En enero mi padre se hizo una revisión rutinaria y le dijeron que debían operarle, no es la primera vez que lo hacen, pero ha cumplido 91 años, está muy bien, es muy afortunado por llegar a esa edad; pero no es la mejor para entrar en un quirófano. Entre pruebas preoperatorias y espera de llamada para conocer la fecha me llamó mi hijo pequeño, (30 años, pero no puede evitar haber nacido el segundo), para decirme que tiene un principio de desprendimiento de retina. Creo que permanecí unos segundos sin respirar. 
Mi hijo nació muy prematuro, a los 6 meses, vivió conectado a un respirador mucho más tiempo del que la ciencia de aquel momento consideraba compatible con la vida, pero salió, a duras penas al principio, pero salió y hoy es un chico normal y fuerte física y psicológicamente. El respirador le dio la vida, pero le dejó temporalmente ciego y con unos ojos débiles, sobretodo el izquierdo, por eso cuando me habló de desprendimiento de retina me asusté mucho.
Como trabaja en Escocia pensamos que lo mejor era intervenirle allí, era más inmediato, así que a finales de febrero le operó el doctor Martillo (traducción literal de su apellido). Un fracaso de operación que se confirmó a las 3 semanas. En este período operaron a mi padre, (todo fue bien).
Busqué un oftalmólogo en España y me recomendaron Oviedo, allí todo ha sido "coser y cantar", le  vieron, valoraron y le llevaron de nuevo a quirófano donde deshicieron la operación de Glasgow y ..., bueno, todo menos quitarle el ojo, desmontarlo, volverlo a montar y colocarlo de nuevo en mi hijo.

Ahora puedo hacer bromas con todo, pero han sido muchos nervios, mucha incertidumbre, mucho miedo, viajes a Glasgow, viajes a Oviedo. No he podido atender ni a mis alumnos ni a sus padres como a mí me hubiera gustado, como suelo hacerlo en años fáciles.
Es curioso cómo cada curso es completamente distinto, las vivencias, la percepción de las mismas, las dinámicas internas, las aportaciones que hacen los chicos al día a día del grupo. 
Me he sentido especialmente motivada porque eran muy diferentes, no han sido un grupo jamás, pero eran como un cuerpo humano, lleno de órganos distintos que han permitido que todo funcione; cada uno ha hecho una aportación especial, única, unos más infantiles, otros maduros, unos en serio, otros en broma, todos han dejado una huella muy especial en este fantástico 4º B del curso 2013 - 14.
Solo me queda daros las gracias por compartir este difícil año y salir bien del mismo con menos ayuda de la que hubierais tenido de haber tenido vuestra tutora un año más fácil. Habéis demostrado ser grandes, muy grandes, no dejéis que la vida os encoja, seguid creciendo.

15 junio 2014

Los chicos también

En mis historias las protagonistas suelen ser chicas, es normal. Las mujeres en general, somos más de hablar, de compartir lo que nos sucede. Una vez les decía a unas amigas que cuando comento algo que me ha pasado, al escucharme comprendo mejor lo sucedido, el por qué, el cómo,...
Para muchas de mis alumnas estoy entre madre y amiga, a veces solo soy alguien que las escucha, y eso es importante, muy importante. En un mundo lleno de información, wasaps, tweets, tuentis y otros más, lugares en los que todos escriben indiscriminadamente, lugares en los que ser escuchado y que te sigan es algo extraño, poco frecuente. 
Mis alumnos suelen tener grupos de wasaps, varios grupos, en ocasiones tienen listas de 70 u 80 mensajes no leídos. Me comentan que los leen por la noche (¡a qué hora se dormirán!). Yo me pregunto si contestarán a algo que se comentó varias horas antes, a veces si, otras no. En fin, que yo les escucho y lo hago de forma inmediata, y les miro a la cara, y les contesto, les pregunto lo que no entiendo.
Pero también tengo alumnos, chicos, que vienen a verme y a consultarme cosas. El otro día vino Luis, un muchacho de 4º de ESO con quien siempre me he llevado bien. Llegó hace varios años de otra comunidad autónoma y tuvo muchos problemas para hacer amigos, su gran pecado era que no le gusta jugar a fútbol, es un gran deportista, de hecho hace pocos días me enseñó una medalla de oro lograda en un campeonato nacional; pero no juega a fútbol y eso le impidió relacionarse mejor, que le conocieran y que pudieran compartir amistad. Afortunadamente todo cambia, ahora se relaciona mejor, pero en su momento fue así.
M. E.: "Dime, ¿qué pasa?".
Se sienta nervioso, veo que tiene ganas de contarme algo pero no sabe bien por dónde empezar, le tendré paciencia y le ayudaré a contarme su problema.
Luis: "Tengo amigos en Tauste, ya te lo dije".
Asiento con la cabeza pero veo que no es bastante y le animo a seguir.
M. E.: "Has estado hace poco y ha pasado algo" (recalco la última palabra y sonrío a la vez).
Luis: "Hace dos semanas conocí a una chica, estábamos cenando y en un momento se acercó y me dio un beso".
M. E.: "¡Qué bueno!, ¿a ti también te gusta ella?".
Me mira con cara de sorpresa, creo que no se había planteado nada así que aclaro un poco mi comentario para que siga contándome.
M. E.: "Si una chica te besa así es porque le gustas, ¿también te gusta a tí?".
Luis: "Si, nos dimos los móviles y nos pasábamos el día mandándonos wasaps, hablábamos de todo, pero..." (la palabra fatídica. PERO), no sé, ahora...".
M. E.: "Ahora os cuesta más encontrar temas".
Luis: "Si, además le he comprado una camiseta, me fui con dos amigas para que me ayudaran a elegirla".
Encantador, intenta reavivar un capricho, porque está claro que para esa chica solo fue un capricho, un subidón y un bajón de 10 o 15 días. Es normal que en esta época les pase, pero me gustó la actitud de Luis, incluso pidió a dos amigas que le ayudasen, ¡qué detalle más tierno!, ¡qué mono!.
M. E.: "No tienes claro si dársela".
Luis: "No sé, me parece que ella no está por hacerme caso, ayer le mandé dos wasaps y no me ha contestado".
M. E.: "Mira Luis, esa chica es una caprichosa, te conoció, le gustaste, te consiguió y ya está. Por suerte o por desgracia es así, creo que para ella todo está terminado".
Luis me mira entre resignado, creo que él ya pensó lo mismo, y sorprendido de que yo lo haya pensado tan rápido.
Luis: "Entonces, ¿qué hago con la camiseta?".
M. E.: "Guardarla para una chica que se la merezca, esta no se la merece, además es muy tonta porque no se da cuenta de lo que se pierde. Luis, eres un encanto y no te preocupes que vas a conocer otras muchas chicas que te valoren y se merezcan esa camiseta".
Luis: "Yo lo había pensado, pero...".
M. E.: "Pero te quedaba la esperanza de que fuera una relación más duradera".
Luis me lo confirma con un punto de tristeza en la mirada, él no es un picaflor, le gustaría tener una relación más larga. Estoy segura de que lo conseguirá.

08 mayo 2014

Sin título

Salgo del gimnasio para acudir a la sala de profesores y me asalta Rosa, vuelve a entregarme una hoja de papel doblada.
Rosa: "Luego voy".
Sé que se refiere al aula de convivencia, no necesita decirme más.
Estoy nerviosa, creo que por fin me ha escrito el cuento. Abro la hoja, medio folio de papel cuadriculado, arriba una línea torcida, debajo, con mayúsculas "SIN TÍTULO". 
Lo leo con ansiedad, queriendo beberme cada letra, cada coma, cada palabra entre las líneas, esas que son como el lenguaje corporal, que no se dicen pero se ven y se entienden.
Aprovechó la idea que le dí y la protagonista es una hormiga, "Hormigaz", como ella cuenta: "con Z que mola más".
En apenas ocho líneas me habla de su necesidad de amigas, de la decepción de una amistad en la que confió y se sintió burlada, de la rabia, del miedo a nuevas amistades.
Por otra parte manifiesta carencias que no tiene, en el cuento hace dibujos para expresarse mejor, utiliza onomatopeyas, trivializa su situación, hace bromas. Es una historia llena de recursos y creatividad, corta, eso sí, pero llena, llenísima de contenido.
En el segundo recreo me apresuro para ser la primera en llegar al aula de convivencia.
Me siento y aparece Rosa, sonriente, un poco retadora.
Rosa: "Bueno, ¿qué?".
Le sonrío, me tomo un poco de tiempo y contesto.
M.E.: "¿Qué, de qué?".
Se ríe, se mueve en la silla, me mira con expectación y dudas. Le enseño el papel mientras nos miramos a los ojos.
M.E.: "Sigues creyendo en la amistad, aunque has tenido un desengaño muy fuerte".
Rosa: "Jo, claro, confías en alguien y se te ríe en la cara". Está muy enfadada, mientras lo cuenta cambia el tono de voz, desaparece su sonrisa y se llenan sus ojos de tristeza. Es lo que más me impacta, el brillo de su mirada es muy especial y se nubla al hacer ese comentario.
M.E.: "Pero sigues creyendo en la amistad, alguien también se ha portado bien contigo".
Se queda parada, me mira de nuevo con ese brillo que me gusta; intenta quedarse seria pero sus comisuras no le responden y sonríe.
Rosa: "¿Y tú cómo sabes eso?".
M.E.: "Me lo has dicho en tu cuento".
Rosa: "¿Ahí?", lo dice señalando con la mirada el papel que sigue en mi mano.
Contesto con la cabeza. Me mira, se ríe.
Rosa: "¡Venga!".
M.E.: "Que sí, me lo has contado tú. También me dices que te dolió tanto que hubieras querido matar a esa persona, pero no lo hiciste, (hago una pausa mirándola de nuevo a los ojos, hay sorpresa), y no has cerrado esa herida; te sigue doliendo porque tú nunca lo hubieras hecho".
Esto último lo añado por mi cuenta, conozco su nobleza, es brusca, pero clara y directa, no hace daño de forma gratuita y siente que se lo han hecho.
La sorpresa es total, solo le falta abrir la boca.
M.E.: "Empieza por sacar la rabia".
Rosa: "La mato".
Suelto una carcajada, es imposible mantenerse seria.
M.E.: "No, mujer, ¡cómo vas a hacer eso!; sácala de otra forma, sin hacer daño y sin hacértelo".
Rosa me mira sin decir nada, estoy desconcertada porque es una situación nueva; le doy su tiempo y espero a que diga algo.
Rosa: "Bueno, ya hablaremos otro día, me voy".
Y se fue, espero que retomemos el tema; es una chica preciosa, insegura, llena de energía, brusca y cariñosa, llena de contradicciones y genial.

24 abril 2014

Hoja de reflexión

Hoy tengo reunión del seminario de convivencia, nos toca revisar la hoja de reflexión. Es un hoja que se entrega a los alumnos que se expulsa al aula de convivencia en un intento de que reflexionen sobre lo que han hecho o dicho para motivar su expulsión.
Sigue los pasos de la Comunicación No Violenta (CNV), separa hechos, sentimientos, pensamientos y necesidades, por un lado el alumno habla de su visión de la situación y en la otra cara le pedimos que se ponga en el lugar del profesor y comente lo mismo. Hago esta aclaración porque me parece necesaria para entender algunos comentarios que voy a colocar a continuación.
Como decía, hemos revisado las hojas y hemos encontrado explicaciones del tipo:
Alumnos de 1º de ESO:
Hechos: "Tirar papeles y no atender", Sentimientos: "rabioso, enfadado", Pensamientos: "que tengo que portarme mejor y no hablar cuando la profesora está explicando".
Pasamos la hoja y vemos qué dice cuando habla de la profesora.:
Hechos:"que e tirado papeles y no he escuchado", Sentimientos: "molesta", Necesidades: "que no le gritara".
Reconoce que tira papeles y no atiende, que debe portarse mejor, y grita a la profesora cuando le envía al aula de convivencia. 

Hechos: "que los alumnos de clase se estaban criticando y yo he dicho que se callaran", Sentimientos: "cansado", Pensamientos: "que tengo que comportarme mejor".
El profesor:
Hechos: "que he gritado y he dicho tacos", Sentimientos: "molesto", Necesidades: "una actitud menos altiva por mi parte".
No es lo mismo pedir a mis compañeros que se callen a gritar y decir tacos.

Hechos: "que he tirado un avión en clase con una nota y el profesor me ha enviado aquí", Sentimientos: "molesto, enfadado, rabioso", Pensamientos: "que no se tienen que pasar notas ni hacer aviones"., Necesidades: "que me dejara explicarme".
El profesor:
Hechos: "pues que no le gusta que cando estaba explicando en clase que yo estuviera tirando aviones de papel con notas", Sentimientos: "molesto, no escuchado, enfadado, cansado de lo mismo", Necesidades: "que me disculpara".
¿Tirar aviones en clase?, ¿qué explicación?, ¿por qué molesto y rabioso si sabe que no se debe hacer?.

Hechos: "me había pillado el profesor masticando chicle y había dicho un rato antes que tiremos el chicle", Sentimientos: "sorprendido", Pensamientos: "que me lo merecía", Necesidades: "que me diera una segunda oportunidad".
El profesor:
Hechos: "al verme masticar chicle me ha expulsado ya que lo había avisado antes", Sentimientos: "cansado de lo mismo", Necesidades: "que me disculpara".
El profesor avisa, no hace caso y pide una segunda oportunidad, ya estaba avisado, esa era la segunda oportunidad.

Una alumna de 2º de ESO: Hechos: "porque me ha preguntado un chico una cosa y me ha dicho que me cambiase de mesa y me he enfadado y me ha expulsado", Sentimientos: "molesta, cansada, enfadada", Pensamientos: "que no tenía que haberme expulsado", Necesidades: "que no me gritara, que me dejara explicarme".
El profesor:
Hechos: "me ha visto hablando con un compañero y yo le he contestado, mal posiblemente", Sentimientos: "molesto, impotente", Necesidades: "que me disculpara, una actitud menos altiva por mi parte, que reconociera mi parte de culpa".
¿Cómo le van a dejar explicarse si contesta mal, posiblemente?, además reconoce que tuvo mala actitud, que debía disculparse y reconocer su parte de culpa. 

Un alumno de 3º de ESO: Hechos: "cosas", Sentimientos: "de ninguna manera", Pensamientos: "quizás no debería haberlo hecho".
El Profesor:
Hechos: "he tirado un avión de papel", Sentimientos: "no sé".
Tirar un avión de papel es una "cosa" absolutamente inadecuada en una clase. 

Revisando estas hojas vemos alumnos que saben colocarse en el lugar del profesor y otros que son incapaces de sentir empatía y comprender qué se ve desde el otro lado. Por eso nos parece importante que rellenen esta hoja, les ayuda tener una visión más completa de lo que sucede y aprender a asumir su parte de responsabilidad.

10 abril 2014

Acoso y perdón

La Guardia Civil, lleva varios años ofertando unas charlas sobre temas que pueden interesar a los adolescentes, temas como peligros de internet, drogodependencias o acoso escolar. Jefatura de Estudios decide en qué nivel puede ser más interesante hablar de un tema u otro. El otro día tocaba la charla sobre acoso escolar que se imparte a primero de ESO.
Yo estaba en el aula de convivencia, con mis mediadores y al salir encontré a una alumna de 1º, Helena, que no dejaba de llorar, me acerqué a ella y me contó que le había impresionado mucho el vídeo que habían visto, que ella no se había dado cuenta de lo que sufría.
Lo cierto es que no entendí bien la situación hasta que una de las jefas de estudios me comentó que había acudido a la charla de la Guardia Civil y que le había hecho ver cosas de su vida y de sus relaciones de forma muy diferente.
Helena es una niña que no tiene buenas relaciones con sus compañeros de clase, en general sus amistades pasan de momentos de intenso amor y amistad a otros de odio visceral. Quizás ella piensa que eso es lo normal; a veces, los adultos podemos dar ejemplos de ese tipo y los niños los asumen como normales cuando en realidad no lo son.
Le ofrecí pañuelos, la abracé, se calmó un poco y pudimos hablar más. Me contó que se sentía mal porque el niño del vídeo sufría y llegaba a pensar que se merecía todo lo que le pasaba, pero que no era cierto, que no se lo merecía.
Comprendí que Helena había tomado conciencia de que sus compañeros la habían maltratado, que le habían hecho la vida más difícil de lo normal. Me impresionó cómo esa toma de conciencia le había ayudado a sacar fuera su dolor, había tristeza y dolor profundo, muy profundo. Tan profundo que la desbordó por completo al tiempo que lavaba heridas para que pudieran cerrarse.
La jefa de estudios y yo le hicimos ver que en ocasiones ella ha tenido actitudes inadecuadas, que ha intentado llamar la atención de sus compañeras de formas molestas y que eso ha contribuido a que le tratasen peor, que ella también debía cambiar cosas. 
Se calmó, agradeció nuestra presencia y apoyo y se fue a clase. Le propuse a la jefa de estudios una actividad para que la clase tomara conciencia de lo que pasaba y así aprovechar este momento para mejorar la relación entre todos, al menos para que también los chicos de la clase tomaran conciencia de lo que hacían y de las consecuencias que tenía. Quedamos en hacerlo el martes, en la hora de atención educativa yo tengo libre y podía.
El lunes me llamó la jefa de estudios y me comentó que ya no hacía falta mi intervención, que la clase había hecho un dibujo para Helena y todos los compañeros habían escrito una frase. Se lo regalaron, todos le dijeron algo y le pidieron perdón. Helena dijo que perdonaba a todos menos a una compañera con quien la relación había sido más complicada. Intervino su tutor y comentó que pedir perdón está bien, pero que comprendía que Helena necesitara más tiempo para perdonar a unos que a otros.
Realmente me sentí orgullosa de los alumnos, que por iniciativa propia pidieran perdón y se comprometieran a cambiar su actitud me pareció maravilloso. Su tutor escribió en el blog de clase unas preciosas palabras, terminaba diciendo "SOIS GRANDES", y yo solo quiero decir que estoy completamente de acuerdo.

02 abril 2014

Amores y primavera

Me busca Rosanna, ha compartido muchos recreos en el aula de convivencia conmigo, guapa, alegre, extrovertida, últimamente dedica los recreos a su vida social, pero hoy está muy preocupada porque le ha pasado algo imprevisto. Viene con Ainara, una muchacha discreta, callada y que no se da a conocer con facilidad.
Nos sentamos y empieza a comentar que durante un viaje de dos días que realizaron con el instituto una compañera, no me desvela su nombre; se quedó en su cuarto y durmió con un chico, no pasó nada porque en esa habitación, que era para 5, durmieron varios más. Hasta ahí todo era normal, ya sabemos que en las salidas se reparten las habitaciones y luego se mezclan los chicos para hablar y acaban durmiendo un poco "revueltos".
Lo malo es que esa chica acusaba a Rosanna de haber divulgado la noticia y ella se sentía desconcertada.
Rosanna: "Me pidió que le mintiera a su novio que también es amigo mío y lo hice, le dije que no habían dormido juntos, pero aun así me acusa de haberlo dicho, y te juro que no he dicho nada".
Ainara asiente en silencio.
M.E.: "¿Pero si es tu amiga y le has dicho que tú no lo has contado por qué no te cree?".
Rosanna: "No lo sé, pero yo lo estoy pasando muy mal; he tenido que mentirle a su novio que también es mi amigo y lo he hecho por ella, y aun así ella me acusa".
M.E.: "No me extraña que lo pases mal, esto se llama dilema moral".
Rosanna: "Es que ahora no sé qué hacer, me están enviando wasap acusándome y yo no he dicho nada".
M.E.: "Te creo, me parece que a ella le resulta más fácil enfadarse contigo que enfrentarse a su novio".
Mirada de complicidad entre ellas, Ainara sonríe.
Rosanna: "Ainara me ha dicho lo mismo".
Yo también sonrío, ¡qué lista es!.
M.E.: "Bueno, a ver qué podemos hacer, de momento deja claro en los wasap que no has sido tú quien habló, pero envía un mensaje corto y repítelo, se cansarán antes de contestar".
Rosanna: "Es que hay más, otro compañero de la habitación hizo una foto que pasó por wasap y ellos lo saben, pero se empeñan en acusarme a mí".
No salgo de mi sorpresa, ¿que otro compañero hizo una foto, la pasó por wasap y ...?, ¿cómo es posible?.
M.E.: "No entiendo nada".
Ainara: "Yo tampoco", me encanta; cuando habla es para sentenciar las situaciones, cada intervención suya es una joya, cada mirada, cada sonrisa, cada gesto de complicidad; es genial.
M.E.: "Cambia el mensaje de los wasap, pregunta por qué te acusan a ti cuando saben que no hiciste la foto ni la divulgaste".
Seguimos un poco más hablando para que se tranquilizara. A los dos días vuelve para contarme la segunda parte. Esta vez su gesto preocupado se ha relajado un poco y Ainara viene sonriendo,discretamente, pero sonríe.
Rosanna: "Han pasado muchas cosas".
Me siento mejor para prepararme, estoy segura de que la conversación va a ser como una cascada, intensa y fresca.
Rosanna: "Ya se han calmado las cosas".
M.E.: "Menos mal".
Rosanna: "María ha hablado con su novio y no a pasado nada, él no se ha enfadado".
M.E.: "¿Y contigo por haberle mentido?".
Rosanna: "No, tampoco, lo ha entendido. Ahora todo está tranquilo, pero yo no me siento cómoda con ella".
Me encanta, es tan buena amiga que a pesar de todo lo sucedido la sigue protegiendo no desvelando su nombre.
M.E.: "Es normal, no se sabe cuántas vueltas dará la vida, pero es normal que ahora estés dolida, era tu amiga y no confió en ti".
Rosanna: "Pero me siento mal, eramos muy amigas".
M.E.: "Pero afortunadamente tienes otras buenas amigas" - miro a Ainara, ellas se miran y sonríen.
¡Esas hormonas!, es muy difícil manejarlas, lo normal es que nos manejen, pero debemos cuidar mucho más de las personas, de las relaciones, de las amigas de verdad, no es fácil conseguirlas y perderlas es siempre doloroso.

27 marzo 2014

Ellos también nos ayudan

El martes me sentí agobiada, tuve la mañana completa, muchas clases, una alumna que me pidió hablar en el primer recreo; necesitaba comentarme algo que le había pasado el fin de semana y le había creado un dilema tremendo de fidelidades entre una amiga y un amigo. En el segundo recreo ocupada también en el aula de convivencia con otro grupo de alumnas que me divierten y complican constantemente contándome sus vidas, son un grupo precioso que echaré de menos cuando se vayan del insti, son muchas horas juntas y muchas confidencias compartidas.
En fin, que no tuve tiempo ni de tomarme un café y me sentí agobiada. Cuando llegó quinta hora tenía que hacer el examen de sevillanas y creí que me había dejado la cámara de vídeo en casa, no la encontraba en el cuarto del gimnasio así que dije a los muchachos que entraran al pabellón, minipabellón, a practicar. Le dí las llaves del cuarto de material que tenemos cerca de las pistas, a una alumna para que fuera a buscar el equipo de música, las cogió y le acompañó Alberto, él es también un encanto y ahora lleva una mano escayolada que le tendrá fuera de juego bastante tiempo, como es muy nervioso me pareció bien que la acompañara.
Salí del gimnasio dispuesta a buscar en el último sitio posible o a encontrar otra que me permitiera grabar los exámenes. Me dí cuenta de que mi pareja de alumnos se quedaban hablando cerca del gimnasio y pensé que preferían "festejar" un poco en vez de hacerme caso, pero tenía prisa y no les dije nada.
Tuve suerte, la cámara estaba en el armario de la sala de profesores y volví al gimnasio, al entrar me esperaba Alberto sonriendo, como siempre, me dijo en tono suave:
Alberto: " No hemos ido a buscar el aparato de música porque está ahí dentro, (señaló con la cabeza el cuarto), lo he visto antes pero no te lo he dicho porque estabas muy preocupada".
Me quedé helada, le dediqué mi mejor sonrisa, abrí el cuarto (lo mantengo cerrado porque los chicos me dejan sus móviles para evitar problemas) y ... ahí estaba el equipo de música.
M.E.: "Muchísimas gracias, de verdad, no sabes cuánto te agradezco lo que has hecho".
Sacamos el equipo, yo estaba mucho más tranquila gracias al detalle y a la forma de regalármelo, y pudimos practicar con música. Los exámenes salieron bien, creo que faltaba un poco de "duende", pero salieron bien.
Al terminar la clase volví a recordar el detalle de Alberto, su gran empatía y cómo me ayudó a recuperar la calma.

20 marzo 2014

¿Agresivo, pasivo o asertivo?

Hoy tenía guardia con un grupo de 1º de ESO y he decidido trabajar un poco la comunicación.
He pedido a los alumnos que formaran un círculo, para ello tenían que levantarse sin hacer ruido con las sillas, y lo he conseguido, casi no me lo creo. He empezado a contar una historia en la que cada uno de ellos debía identificarse con el protagonista, es una historia un poco tonta que he inventado para llevarles a situaciones en las que un compañero nos cae mal al principio y luego bien, en el primer caso debemos insultarle y después elegir entre darle un beso o un abrazo. Cuando anuncio la última parte es inevitable que algunos se quieran cambiar de lugar, me río y les pido que no se muevan, que los futbolistas también se abrazan y besan cuando hacen gol y nadie los mira raro.
Terminamos y les pregunto si les costó más insultar o ser cariñosos y todos afirman que lo segundo. Algunos aclaran que depende de con quién, pero estamos de acuerdo en que, en general, es más fácil lo primero.
Volvemos a nuestros sitios y escribo en la pizarra tres palabras: "agresivo", "pasivo" y "asertivo". Un alumno repetidor, Marcos, rápidamente recuerda la actividad del curso pasado y pregunta: "¿Es lo mismo del año pasado?, yo quiero hacer de voluntario". Encantada, que lo recuerde me parece todo un lujo y que, además, quisiera participar, ¡genial!. Le tomo la palabra y sigo.
Empiezo a explicar las características de una persona agresiva, Marcos interviene constantemente interrumpiéndome, le recrimino y sigue igual.
M.E.: "Esto es un comportamiento agresivo, tiene todo, invade constantemente, habla más alto que yo, habla a la vez que yo, interrumpe".
Marcos se molesta, pero el resto de los compañeros asentían con la cabeza mientras yo lo comentaba. Que lo entiendan con un ejemplo en vivo y en directo me parece bien.
Paso a comentar ventajas e inconvenientes de ser pasivo. Marcos sigue interrumpiendo, pero ahora prefiero no hacerle caso, le pido que hable menos, pero ya no le pongo de ejemplo.
Lo de asertivo lo dejo para más tarde, pero les digo que una persona asertiva no tiene una varita mágica que solucione los problemas, solo que tiende a no crearlos y si ya están, los calma.
Vamos a hacer teatrillos para que lo entiendan mejor, pido voluntarios, salen 3 chicos y les explico la situación, Marcos ya la conoce y se coloca en la posición que le resulta más cómoda.
M.E.: "Vosotros os habéis portado muy bien y vuestros padres os han regalado dos entradas para ver un partido Madrid-Barsa"
Pedro: "Mejor Barsa-Madrid".
M.E.: "Vale, un partido Barsa-Madrid, pero cuando llegáis a vuestro asiento hay un señor al que no conocéis de nada. Primero venís como pasivos y él es agresivo. Recordad, el pasivo no quiere líos, no le gustan los enfrentamientos".
Hacen la representación y se ve claramente cómo el agresivo les intimida y deja sin alternativas.
En el siguiente teatrillo son todos agresivos. Empiezan sobreactuando y les pido que paren. Doy algunas indicaciones y lo repiten, esta vez sale bien.
Aprovecho lo que hemos vivido para explicarles que en un conflicto hay tres ingredientes, una diferencia, una lucha de poder y emociones, analizamos todos los ingredientes en la situación vivida.
Miro el reloj, solo faltan 5 minutos para que toque el timbre y con tantas interrupciones casi no queda tiempo para la última representación así que la hago yo.
Llego con mi entrada, Marcos sigue agresivo, pero con mi asertividad el no se levanta de la silla, no grita y no insulta. Les hago ver al resto de los alumnos que un conflicto es diferente cuando uno se comporta de forma asertiva, recuerdo que un asertivo no tiene una varita mágica, pero que el problema se soluciona mejor.
M.E.: "¿Estáis de acuerdo?", afirman que sí, todos parecen haberlo entendido. "¿Intentaréis hacerlo de forma asertiva la próxima vez que tengáis un problema?".
Vuelven a afirmar. Sé que la ley de la inercia es muy importante y lo más seguro volverán a repetir esquemas, pero no me importa, si conocen otras posibilidades podrán utilizarlas alguna vez y si ven que funcionan las repetirán y acabarán siendo asertivos en más ocasiones.

13 marzo 2014

Hace falta que nos disculpemos

En atención educativa con 4º de ESO se habla de muchas cosas. El otro día les comentaba una actividad sobre higiene dental que vamos a realizar, no esperaba entusiasmo ni emoción, pero Pedro hizo un comentario
Pedro:  "Mi hermano es protésico dental y me contesta cualquier duda que tenga".
Reconozco que me molestó, da igual lo que se les proponga, parece que siempre les sobra. En este curso hemos propuesto una mañana de rocódromo y otra de laser-game y no han salido, no conseguimos que los alumnos se motiven, que se animen a realizar actividades diferentes. Estoy cansada de buscar propuestas útiles o interesantes que puedan enganchar a los chicos. Vale, lo de higiene dental no es emocionante, pero puede ser práctico, solo llevan 10 años con esos dientes y casi la mitad de los alumnos tienen caries y muchísimos necesitan ortodoncia. 
Entre que era última hora y que no me gustó nada el comentario hice una intervención.
M.E.: "¡Ah!, claro, como tu hermano es protésico ya no hace falta que venga nadie a explicar nada, los demás no cuentan".
Pedro: "No, que te estoy diciendo que a mí mi hermano me explica todo lo que le pregunto".
M.E.: "Ya, y te repito que por eso los demás se quedan sin charla".
Se generó una momento de revolución, estaba claro que a ellos no les motivaba la charla. Les dije que no era lo mismo un protésico que un dentista, como no es lo mismo un óptico que un oftalmólogo. Les pregunté si conocían la diferencia entre uno y otro y como la desconocían la expliqué.
Una alumna que lleva un corsé, Sara, me decía que su médico es muy joven y sabe menos que el vendedor de la ortopedia. Comentamos por qué no cambiaba de especialista si no confiaba en él, ella decía que lo conocía y que como además estaba el de la ortopedia, le servía; algunos opinaron que si estaba bien así era mejor dejarlo, otros pensaban que era mejor cambiar de médico, se abrió un pequeño debate.
Al fondo de la clase David hablaba con su compañero y en un momento dado levantó la mano, se notaba que estaba molesto por algo, esperé a terminar la conversación de Sara para darle la palabra.
David: "Estoy cansado de que los profesores estén siempre con lo mismo, pues no sé la diferencia entre óptico y oftalmólogo, pero si me pongo a hablar aquí de cosas del campo seguro que ninguno sabe nada tampoco. Que siempre están con lo mismo, que si no les vamos a pagar las pensiones, que si tal". Tuve la sensación de que se cortó, que no quiso seguir.
Estaba muy molesto, rectifico, estaba dolido y manifestó su rabia de forma directa y clara, pero sintió que no era correcto y cortó de una forma un poco brusca. No me extraña, es una delicia de alumno, uno de esos chicos que van bien en todo, estudian, son buenos compañeros, se esfuerzan en los deportes, saben perfectamente medir sus palabras, es muy simpático, con un punto de picardía acertadísimo, sincero, espontáneo, ocurrente sin llegar a cansar, tiene un gran sentido común y una sonrisa limpia de esas que te contagian y sonríes con él aunque no te lo propongas. 
Diría muchas más cosas sobre David, y todas buenas, pero creo que ya he dibujado un poco su perfil y se comprende que yo no pudiera enfadarme ni molestarme por su intervención, aunque él la cortó bruscamente pensando que era así. No me puedo molestar, sobretodo, porque comprendí que tenía una gran dosis de razón. Es cierto que los profesores, por nuestra formación, porque somos mayores (que más sabe el diablo por viejo que por diablo, como dice el refrán), porque estamos ahí para enseñar, o por lo que sea, a veces somos pedantes. Tenía toda la razón. Algunos compañeros intervinieron para afirmar que no estaban de acuerdo con él, otros le apoyaron, dejé que se expresaran un poco y luego intervine.
M.E.: "Tienes razón David, estoy de acuerdo contigo - me miró sorprendido y todos guardaron silencio al escuchar mis palabras - es cierto que en ocasiones los profesores somos un poco pedantes y nos creemos muy por encima de vosotros. Te doy la razón también en lo que has dicho del campo; yo, que soy muy de ciudad, no sabría nada sobre ninguno de los términos que comentaras. Y en cuanto a lo de la jubilación, estoy segura de que no nos la vais a poder pagar vosotros, pero no porque no trabajéis, es que la natalidad ha bajado tanto que no habrá trabajadores suficientes para mantener el sistema de pensiones tal y como está ahora. Y además te pido disculpas, a tí y a todos los que estáis aquí, porque creo que yo he sido una pedante y no tenía motivo para haber hablado así".
David: "No, no, que no hace falta que te disculpes". Casi se disculpaba él ante mí al decirlo.
M.E.: "Si, claro que sí, hace falta y lo hago, no pasa nada".
No fue el único que me miró con gran sorpresa cuando me disculpé y continuó la clase con otros debates.

Le he dado muchas vueltas a ese momento, ¿nos disculpamos los profesores bastante cuando nos equivocamos?, ¿sabemos rectificar?, ¿sabemos bajar de nuestra tarima imaginaria y darles la razón cuando la tienen?, ¿cuántas veces no lo hacemos conscientemente?. 
Si David, hace falta que nos disculpemos y creo que deberíamos hacerlo siempre.

05 marzo 2014

Yo me quedo contigo para ayudarte

Mientras hago la guardia de patio me llama José Luis, un compañero que la realiza en el edificio de ciclos formativos y me pide que entre en el baño de las chicas. Supuse que habían entrado muchas y no había salido ninguna, lo normal es que fumen, (se aprovechan de que hay un profesor de guardia, y no se atreverá a entrar para vigilar y así fuman más tranquilas); asiento y encuentro varias niñas sentadas en el suelo y comiéndose el bocadillo, otras de pie hablando y una (al menos una) utilizando el baño con normalidad.
M.E.: "Venga, todas fuera. ¿Cómo podéis comeros el bocadillo en el suelo del baño?".
Laura: "Es que estamos más tranquilas".
M.E.: "Ala, fuera".
Me obedecen sin mucha resistencia y confieso que lo agradezco, si se ponen remolonas pierdo 5 minutos o más. 
Salgo de nuevo y me comenta José Luis lo importante de cuidar ciertas situaciones, opino lo mismo y me comprometo a pasar a vaciar el baño de las chicas en cada guardia de recreo. En ese momento vemos una "marabunta" de chicos desplazándose. Sabemos perfectamente que eso es un follón, alguien está discutiendo y todos van a ver qué pasa y a gritar para que se calienten los ánimos y se peleen. 
Salgo rápido y veo a una alumna, María, que ha tenido varios enfrentamientos con varias chicas, ella y dos más encabezan la procesión; intuyo que esta vez no quiere pelea, al menos no a la forma tradicional o se habría quedado en un lugar y no avanzaría con esa "procesión" de compañeros. Me planto con los brazos cruzados ante el grupo y les grito que se vayan. Como era de esperar tengo poco éxito; vuelvo a gritar que se vayan y se dediquen a sus cosas, que queda poco recreo y es mejor que lo aprovechen. En ese momento un alumno se pone a mi lado y me dice: "yo me quedo contigo para ayudarte".

Sentí como si se parase el mundo un segundo, es la primera vez que ante una situación así, un alumno se pone a mi lado y me ofrece su ayuda. Además tuve una suerte increíble, Adrián es un chico repetidor de 2º de ESO que aparenta ser más mayor por su altura y desarrollo físico, está bien considerado entre los compañeros y gusta bastante a las chicas, era el alumno ideal para conseguir disolver el grupo sin problemas. Le miré, le sonreí y le pedí que me ayudara. 
Mientras lo hacíamos María pasa a mi lado, le tomo el brazo mientras le pido que se quede conmigo, que quiero hablar con ella.
María: "¿Para qué?".
M.E.: "Para hablar contigo, solo para eso, espérame un momento". 
Y se queda cerca, no sigue, me sorprende y me alegra por igual. 
Conseguimos que se calmaran los ánimos, agradecí a Adrián su inefable apoyo y pienso en llevar a María a un lugar con menos observadores.
La cogí de nuevo del brazo y la llevé al aparcamiento, junto a los autobuses, y le pregunté qué pasaba.
María: "Nada". Totalmente a la defensiva, comprendí que sacaría poco, pero quería intentarlo tras el éxito anterior.
M.E.: "Es imposible que no pase nada y te siga medio instituto".
María no me mira, está cerrada y con aire chulesco, pero sigo.
M.E.: "¿Te has vuelto a pelear con alguien?, ¿qué ha pasado?"...
Sigue mirando a otro lado, cruza los brazos.
M.E.: "A nadie nos gusta discutir y estar nervioso".
María: "A mí si, a mí me gusta insultar".
Sé positivamente que no es cierto, pero ahora solo puedo recoger la información y pedirle que hasta que acabe el recreo no se acerque a las chicas con las que ha discutido. Asiente con la cabeza y la creo.
La semana siguiente en la clase de Adrián recalqué lo sucedido y le volví a agradecer su gesto; comenté que es la primera vez que me sucede y que si hubiera más chicos con esa actitud habría muchos menos problemas entre los alumnos. Se sintió orgulloso e intimidado con las miradas de los compañeros, pero a pesar de ello me dedicó su encantadora sonrisa y una mirada de complicidad preciosa, en la que leí claramente, que volvería a hacerlo si se repitiera la situación. 
Además de una gran satisfacción personal por haber conseguido que uno solo de mis alumnos me apoyara, me sentí bien porque estoy segura de que desde este momento, todos le admiran aun más que antes; y se lo merece.

12 febrero 2014

Escríbeme un cuento

El lunes, conforme entro en el instituto, me asalta una de las alumnas que me suelen acompañar en el aula de convivencia durante los recreos y me entrega una hoja mal doblada.
Rosa: "Léela y luego me la devuelves".
La recojo y le digo que sí. Como voy a clase la meto en el bolsillo del abrigo pensando en mirarla más tarde. Empiezo la clase, organizo a los alumnos que juegan a floorball (una adaptación de hockey) y no puedo evitar echarle una ojeada a ese papelillo mal doblado. Es una hoja de papel cuadriculado tamaño cuartilla que lleva otro pedazo más dentro. Empiezo a leerla y casi se me hiela la sangre. Cuenta una vida extraña,  llena de rupturas, separaciones, cambios; no han sido fáciles sus 15 años. Desconocía gran parte de lo que allí contaba y me ha sorprendido. 
Estoy en clase y no puedo termianrla, la recojo de nuevo, después tengo guardia y seguro que puedo prestarle la atención que merece.
Jugamos, enredamos, y terminamos la clase. Cuando me dirijo de nuevo al gimnasio para que los chicos se cambien de camiseta (los que lo hacen, claro) y recoger las cosas, vuelvo a coincidir con Rosa  que me pregunta si lo he leído.
M.E.: señalo a los alumnos mientras le contesto, "he tenido clase, no me ha dado tiempo".
Rosa: "Luego me la devuelves".
M.E.: "¿No me la vas a regalar?".
Rosa: "No". 
Me contesta de espaldas, contundente, sin mirarme; está claro que no la voy a convencer.
He leído la carta despacio, prestándole toda la atención que merecía y estoy deseando que llegue el recreo para hablar con ella. Además de situaciones complicadas manifiesta mucha rabia, muchísima, pero muy contenida. Evoco momentos pasados con ella y la recuerdo cerrada y cabezona. Quizás es porque no sabe cómo manejar algunas emociones y prefiere cerrarse en banda.
Llega el momento, soy puntual, aparece con Ainara. 
Rosa: "Dámela", lo dice extendiendo la mano.
Yo vuelvo a insistir sabiendo que es una batalla perdida y, al final, se la entrego.
M.E.: "Rosa, ¿te das cuenta de que tienes mucha rabia?".
Rosa: "Claro".
M.E.: "¿Por qué no la sacas?".
Rosa: "¿Y qué hago?, ¿machaco a alguien?".
Sería capaz.
M.E.: "No, mujer, ¿por qué no escribes un cuento?"
Rosa: mirándome raro, "No sé".
Ainara: "Pues es verdad, tu hazle caso a Maria Eugenia que sabe mucho y te va a ayudar".
Rosa: levantando el tono de voz, "pero es que no sé escribir un cuento. ¿Un cuento de qué?".
M.E.: "De lo que tú quieras, pero hazlo, en él vas a contar cosas, emociones,... te va a ayudar a comprender cómo te sientes y a sacarlo fuera".
Rosa: "Un cuento de una hormiga"
Lo dice provocándome, queriendo evitar hacerlo.
M.E.: "Perfecto, ¿por qué no?".
Rosa: "Y ¿qué cuento? - se ríe, se revuelve en la silla - que había una vez una hormiga en el campo y se perdió y no volvió a encontrar a nadie y se murió. Ya está".
Hay un punto de desafío en su mirada, pero solo me inspira ternura y le sigo el juego.
M.E.: "Pues solo con eso ya me has dado mucha información".
Ainara: "Lo ves, hazle caso, escribe el cuento y tráeselo".
Rosa: "¿Pero qué has sacado de eso?".
Su curiosidad le puede, es bueno para las dos y un gran reto para mí que, de nuevo, me he metido en una situación complicada y debo esforzarme para que mi preciosa Rosa no siga sufriendo tanto, al menos que no le siga haciendo tanto daño la difícil vida que le está tocando.
M.E.: "Me dice por ejemplo, que quieres salir de tu momento, que no quieres seguir viviendo la vida que llevas, pero sabes que sola no vas a ninguna parte. Quizás por eso me estás pidiendo ayuda".
Se crea un corto silencio, Rosa me mira sorprendida y Ainara, que tiene mucha energía y desea ayudarla añade.
Ainara: "¿Lo ves?, escríbelo que te ayudará - mirándome a mí y haciendo un gesto de madre - ¡es de cabezona!".
Nos reímos.
Rosa: "Vale, que lo escribiré, te lo prometo. ¿De una hormiga?".
M.E.: "De lo que te dé la gana, pero escríbelo y dámelo, por favor".
Hoy es ya miércoles y no lo tengo, pero confío en ella y en su necesidad de sacar todo el dolor y la rabia que lleva contenidos y que le están haciendo mucho daño.
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05 febrero 2014

Lo que pasa en el instituto es de todos

Casi acaba el recreo, voy a salir del aula de convivencia cuando veo aparecer por el pasillo a un profesor de ciclos, Antonio, con un alumno.
Conozco al muchacho, Luis, es un chico de 2º de ESO, repetidor, (nadie entendimos el por qué), impulsivo, cariñoso, simpático, sensato cuando quiere, enredador sin sentido de la medida, pero buen crío.
Pregunto a Antonio qué ha pasado y me comenta que se estaba peleando, me sorprendo. Luis me dice que no, que no ha sido así exactamente, que parecía pero que no se peleaban. Es enredador y no tiene sentido de la medida como ya dije, pero no es peleón. Antes de vacaciones se vio en un lío y no tengo ganas de que se vea en otro, creo que puede solucionarse así que le pido que lo pase conmigo y yo veré si hace falta que intervenga Jefatura, Antonio confía en mí y nos deja solos.
M.E.: "¿Qué ha pasado?".
Luis: "Nada, que estaba con Daniel pero no nos peleábamos, te lo juro, que no nos peleábamos, que nos llevamos bien".
M.E.: "Vale, pero no me has contado qué pasó para que Antonio te trajera".
Luis: me mira sorprendido y pregunta "¿Quién es Antonio?".
M.E.: "El profe que te acaba de traer".
Luis: "¡Ah!, pues que Daniel me ha bajado los pantalones varias veces y yo no me he enfadado, pero yo se los he bajado hoy y él se ha vuelto contra mí, le he empujado y como el suelo estaba mojado se ha resbalado y entonces nos ha visto el profesor".
M.E.: "Hombre, ¿comprenderás que parecía que os peleabais?".
Luis se pone nervioso, siempre que sale a la luz alguna de sus trastadas se defiende y se molesta por nuestras intervenciones.
Luis: "Pero que no ha sido así, que cuando se los he bajado le he dicho te lo debía, pero en broma". Pone cara de picardía cuando lo dice, estoy segura de que fue así.
M.E.: "Si yo te creo, pero estarás conmigo en que parecía una pelea, además ese profesor es de ciclos y como no te ha dado clase no te conoce".
Luis se revuelve en la silla, tengo que calmarlo o se cerrará, cuando se enfada se pone cabezón y no razona así que decido ir a buscar a Daniel, hablando los tres será más fácil.
En ese momento entra una de las Jefas de Estudios y pregunta, le aclaro que no es nada y que lo podemos solucionar sin más. De paso le pido que busque a Daniel.
Luis: "Lo que más me j... (le consiento la palabrota, es un mal menor y me parece permisible que saque la rabia así) es que no ha pasado nada, que luego le pido perdón y no pasa nada.
M.E.: "Luis, que tampoco va a pasar nada así; te he traído para que no pase, que si llega a Jefatura es peor y tú has visto que te he metido aquí sin decirle nada a nadie".
Parece que lo entiende, sigue enfadado pero no se ha puesto cabezón. En ese momento entra Daniel llorando. No me sorprende, es buen chico, más bien tímido, nunca ha tenido problemas y supongo que esta situación, nueva para él, le supone un duro trago.
Le pido que se siente, lo hace, le ofrezco un pañuelo de papel, lo coge y se seca las lágrimas.
M.E.: "Estamos hablando de lo que ha pasado, ¿me cuentas tu versión?".
Daniel: (con un hilillo de voz) "Que me ha bajado los pantalones, me he enfadado, me he vuelto y me ha dado un empujón y me he caído".
M.E.: "Luis dice que tú también se lo habías hecho antes".
Daniel pone cara de no recordar y Luis se apresura a comentarle que fueron tres veces, miro a Daniel y no replica. Seguramente está tan nervioso que se ha bloqueado, tengo que intervenir.
Luis: "Pero que somos amigos, que luego le iba a pedir perdón".
Le hago un gesto para que me deje hablar y vuelvo a preguntarle a Daniel si se cayó por el empujón o porque el suelo estaba mojado.
Daniel: "Si, estaba mojado y pisé una bolsa". Sigue llorando, más tranquilo pero aun está asustado.
M.E.: "¿Estás dispuesto a perdonarle?"
Daniel: "Si". No lo ha dudado.
Luis: "¿Lo ves?, no hacía falta que intervinieras".
M.E.: "Vale, no ha quedado en nada, pero comprende que todo lo que pasa en el instituto es parte del instituto, si le bajas los pantalones por la tarde en un bar yo no habría dicho nada, pero ha sido aquí".
Luis: "Pero es solo cosa mía".
M.E.: "Yo creo que no, ¿y tú Daniel?".
Daniel: "Es del insti".
Luis: "Que no, que solo es mía".
Paso un rato intentando hacerle comprender que es de todos y no lo consigo así que cambio de argumento.
M.E.: "Luis, bajar los pantalones ¿es una broma o una humillación?, y ya sé que lo hacéis de vez en cuando, pero es una broma humillante, ¿no?".
De mala gana asiente con la cabeza, miro a Daniel y afirma sin dudarlo.
M.E.: "Si os parece lo dejamos así, os disculpáis uno con el otro y os comprometéis a no volver a bajaros los pantalones en el isnti, ¿vale?".
Daniel se siente aliviado, se disculpa y compromete. Luis hace lo mismo pero un poco molesto, sigue sin entender que haya intervenido.

22 enero 2014

¿Os veréis capaces?

Llego al aula de convivencia en el segundo recreo, (como casi todos los miércoles), he quedado con mis mediadores, bueno, con los que quedan. Solo hay tres, falta uno que tenía que prepararse un examen y prefería la biblioteca. Lo comprendo, es perfecto. 
Les comento mi nuevo proyecto. 
M.E.: "Bueno, como veis no hay muchas mediaciones que hacer", asienten con la cabeza. "Pero no me importa, en realidad quiero que aprendáis cosas para que cuando lleguéis a 3º y 4º intervengáis en los problemas de los chicos de 1º y 2º".
Me miran raro, está claro que no lo han entendido, no me importa, lo voy a explicar de forma que no quede ninguna duda. Pero Luis se anticipa y me dice:
Luis: "Mª Eugenia, yo no tengo carné de mediador".
Juan: "Es cierto, él se incorporó más tarde".
Es una adquisición deliciosa, es un pelirrojo inteligente, estudioso, tranquilo; perfecto para esta labor.
Andrés: "¿Te acuerdas cuando empezamos?, teníamos que estar en la multiusos porque no cabíamos, y ahora..."
M.E.: "Es normal, yo dejo que se apunten los que quieran y se van eliminando ellos solos", sonrío mirando a Luis, "y se añaden otros, tendrás el carné a final de curso".
Aclarado este matiz, volvemos al tema anterior y les pregunto directamente. 
M.E.: "¿Recordáis el problema con Rosa?" - (Lo comenté en otra entrada, "problemas y bizcochos") - Miro a Andrés que se vio implicado. Es tan expresivo que no necesita decir ni una palabra, los tres le miramos y sonreímos.
Andrés: "Mira, aun estoy sin play y sin móvil" y hace un gesto simpatiquísimo con la cabeza mientras me mira con una mezcla deliciosa de resignación y fastidio.
Volvemos a sonreír y él se ríe con nosotros, consciente del impacto que nos ha causado su espontaneidad y  encanto.
M.E.: "Cuando lanzasteis el peluche de Rosa al pasillo, si los chicos de 4º en vez de jugar con él lo recogen, entran en vuestra aula y preguntan: ¿de quién es esto?, ¿qué hubiera pasado?".
Andrés: "Nada, lo hubiera recogido Rosa y se hubiera terminado el problema".
Los otros confirman que es eso lo que hubiera sucedido, con un gesto de cabeza.
M.E.: "¿Os hubierais enfrentado a él?, le habríais dicho que no se metiera en vuestros asuntos?".
Juan: "No".
M.E.: "Respetáis a un chico de 4º, tanto como os respetarán los chicos de 1º el curso que viene cuando vosotros estéis en 3º".
Les ha cambiado la expresión, ya lo han entendido.
M.E.: "¿Os veréis capaces el curso próximo de intervenir en los pasillos cuando haya problemas?".
Andrés: "Si, así si".
M.E.: "Pues eso es lo que quiero de vosotros. Que el próximo curso frenéis los problemas a tiempo, que les digáis a los chicos que vengan a verme a mí, o a vosotros y que se solucione todo antes de que suceda algo gordo. En los pasillos pasan muchas cosas que solo vosotros podéis ver y frenar a tiempo, necesito alumnos que controlen esa situación, que la deriven, que me informen. Cuando llegamos los profesores tenemos que investigar, escondéis, intentáis engañar, de entrada distorsionáis un poco la realidad o mentís claramente. En los recreos pasa igual, cuando hay follón si me acerco se van los chicos y no me entero bien de lo que pasa".
Andrés: " Eso es verdad, los alumnos nos enteramos más de todo y podemos ayudar".
M.E.: "Así es, pero para ello necesito que os vayáis preparando desde 1º". Les miro con picardía para que se esperen más y ... "y vosotros vais a preparar a nuevos mediadores de 1º, para que crezcan con la mediación y en 3º y 4º puedan intervenir".
Se recolocan en la silla, está claro que les ha gustado la noticia.
M.E.: "A partir de ahora os quiero aquí los miércoles y el próximo trimestre a preparar chicos de 1º, ¿vale?".
Se van encantados, con una sonrisa en la boca y un brillo especial en los ojos. Serán fantásticos, estoy segura.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...