26 octubre 2014

No es tan fácil

Sé que no he escrito nada desde hace tiempo, sé que hace más de un mes que empezó el curso, pero sé también que no puedo publicar todo lo que me cuentan, sé que debo cuidar de mis alumnos y alumnas, que no puedo, quiero, ni debo faltar a la confianza que ponen en mí, haciendo pública su historia.
Este ha sido un principio de curso difícil; he tenido varios momentos de preciosa intimidad, de confesiones espontáneas y profundas. Momentos en los que un alumno o una alumna se han abierto sin pudor, sin reparos, haciendo que se me ponga la piel de gallina; lo han hecho sabiendo que no les voy a juzgar, a criticar, ni a echar la bronca. Esos momentos en los que no cabe más que acoger su historia, sus sentimientos, sus sensaciones, esos pensamientos de los que se arrepentirán dentro de muy poco y que solo reflejan la rabia y el miedo del difícil momento que están viviendo.

No es fácil compartir estas historias, por eso hoy quiero que los que me leáis penséis en lo importante que es no juzgar sin conocer, sin saber qué hay detrás de esa chica alocada o de ese chico que parece enfadado con todo el mundo mundial. Muchas veces, más de las que nos imaginamos, tenemos a nuestro alrededor personas que sufren, que viven momentos muy extraños; momentos de los que un adulto sale con dificultad. Imaginad lo complicado que será para un adolescente, lo agotador que resulta vivir sin entender bien por qué a mí, porque de esta forma, por qué esta injusticia. Ellos no tienen los mismos recursos que un adulto, a ellos aun les manejan sus emociones, no pueden parar su mente para pensar con un mínimo de sensatez. Son adolescentes, chicos y chicas que cambian por dentro y por fuera mientras sus hormonas les sacuden como una coctelera. Ellos solo tienen miedo a que nos les acepten, reconozcan ni quieran; si llevan a sus espaldas una historia "rara" sus miedos se acrecientan. No están seguros en su cuerpo, en su cabeza ni en sus emociones, si a eso añadimos una situación familiar complicada, una enfermedad o un accidente, ¿qué pueden hacer?.

Los pasillos y las aulas están llenos de situaciones divertidas, difíciles, atrevidas, románticas, ... Pero, sobretodo están llenas de chicos y chicas que, en algunos momentos, sufren y no saben qué hacer con su dolor. No sirve de nada dar consejos, decir esa famosa frase de "si yo estuviera en tu lugar..."; no sirve, porque no estamos en su lugar ni lo vamos a estar nunca, no somos la otra persona, no hemos vivido lo mismo que ella o él, por eso no podemos ponernos en su lugar, podemos, eso sí, acercarnos, escuchar, apoyar con nuestro cariño, comprender que sufre y estar ahí, a veces solo es necesario que sepa que estamos ahí.
En muchas ocasiones sé perfectamente que solo vienen al aula de convivencia a contarme sus problemas porque saben que estoy ahí y cuando sus amigas o amigos no les entienden o están cansados de escuchar lo mismo, vienen a mí y les acojo, les doy un poquito de cariño.
No es fácil contar lo que sucede sin hacer daño, sin desvelar de quien se trata, en muchas ocasiones ni cambiando sus nombres pueden esconder las historias por eso hoy solo quiero decir que es mejor no juzgar, no criticar si no conocemos de verdad todo lo que ese chico o esa chica llevan a sus espaldas, toda la mochila de vivencias, desamor, dolor, miedo, desprecio,... que cargan en silencio.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...