15 diciembre 2015

¿Hablamos o wasapeamos?

Estoy trabajando en las tutorías con 2º de ESO la comunicación. Empezamos haciendo teatrillos para comprender que ni con la agresiva ni con la pasiva se llegaba a solucionar un conflicto. Suelo preparar historias en las que uno de los participantes es siempre agresivo y el otro u otros van pasando primero por pasivos, luego por agresivos y después asertivos. Queda claro que en las dos situaciones iniciales no conseguimos nada, el problema se atasca, entra en bucle y de ahí no sale, resulta frustran te y absorbe mucha energía.

Ahora trabajamos sobre el mensaje y el receptor. Les hago un dibujo con figuras geométricas que uno debe describir mientras el resto dibuja en un papel sin preguntar nada. La segunda vez el mismo describe, pero en esta ocasión el resto le puede preguntar cuantas dudas surjan.
Los resultados del primer intento suelen ser poco acertados, en ocasiones muy poco acertados. En el segundo intento es curioso ver cómo hay alumnos que preguntan mucho y bien y cómo otros dibujan lo mismo que la primera vez; otros se limitan a quejarse - "No entiendo".
Entonces es cuando le pregunto cosas.
M.E.: "¿Tenéis algún grupo de wasap?"
Juan: "Si, muchos".
Lidia: "Pfffff".
M.E.: "¿Alguna vez al levantaros os habéis encontrado 30 o 40 mensajes sin leer?"
Juan: "Muchas veces". Juan es muy rápido y espontáneo, estoy segura de que no miente, sobretodo porque no le da tiempo de elaborar una historia falsa contestando a esa velocidad, es una de las razones por las que me gusta que participe.
Nuria: "Yo solo los leo si estoy escribiendo también".
Lucía: "Pues yo si me levanto y veo eso, no los leo, le pregunto a alguien qué ha pasado y que me lo resuma".
Varios se apuntan a la solución de Lucía.
M.E.: "Cuando os envían un wasap, ¿creéis que alguna vez ha pasado como con el dibujo?, que os han contado una cosa y como no habéis preguntado nada habéis entendido otra?".
Diego: "Seguro".
Jorge: "Pero los amigos te entienden".
M.E.: "¿Miramos tu dibujo?".
Jorge: "Lo del dibujo es otra cosa".
Guardo silencio para que los compañeros se animen a participar. Hay risas, murmullos y por fin se escucha algunos que afirman que es lo mismo. Debatimos un poco y llegamos a la conclusión de que sí, es lo mismo.
M.E.: "¿Entonces?, imaginad que enviáis un wasap y a quien le llega lo entiende diferente, lo comenta, bajo su interpretación y a quien le llega vuelve a elaborar un argumento nuevo. Es como si alguien explica un dibujo y tú entiendes lo que entiendes y luego cuentas el tuyo, en cuatro pasos ya no se parece al primero en nada. ¿Estáis de acuerdo?".
Se han quedado un poco serios, creo que han comprendido que eso mismo les ha pasado muchas veces, han enviado información reinterpretada por ellos mismos y les ha llegado información reinterpretada por otros.
¿Cuántas veces un conflicto empieza por una mala interpretación?, ¿por un malentendio?, ¿por una confusión?, ¿por no preguntar ni aclarar nada?.
M.E.: "¿Qué tal si intentamos evitar estas situaciones?, se puede hacer".
Asienten con la cabeza, espero que durante uno o tres días se acuerden, la memoria a largo plazo es otra cosa y habrá que reforzar y recordar lo explicado hoy.

08 diciembre 2015

Una caja llena de mariposas

Hace ya cuatro años que la conocí, he escrito sobre ella en varias ocasiones. 
Sé que no es lo adecuado, pero dejé que entrara en mi vida poco a poco; fui haciendo mío su dolor, su vulnerabilidad, su dulzura, esa sonrisa tímida y llena de encanto.
Vivía con su madre, su padrastro y dos hermanos pequeños, jugaba fútbol y tenía una vida relativamente feliz. Pero su madre enfermó y desapareció llevándose toda su realidad con ella, "Ella" (he decidido no ponerle nombre) cambió de ciudad, de hermanos, fue a vivir con dos hermanos mayores, una cuñada y un sobrino; cambió de instituto, de compañeros, de profesores, con 13 años su vida dio la vuelta como un calcetín.

Recuerdo que al llegar al instituto me dijeron que hablara con Ella, por si la podía ayudar, me acerqué, hablamos y a los 5 minutos comprendí que era una niña preciosa, como una flor que han trasplantado de maceta y se debe acostumbrar a la nueva tierra, a la luz, al agua, la temperatura. Necesitaba tiempo para todo y no lo encontraba. 
Yo no sabía qué hacer para ayudarla y se me ocurrió pedirle un abrazo, me lo regaló y desde entonces, cada vez que nos cruzamos nos regalamos otro.
Ella solo necesitaba cariño, seguridad, solo necesitaba a su madre y tiempo para asumir que ya no estaba y que tenía que aprender a vivir sin ella.

Sé que no es lo adecuado, ya lo he dicho, pero dejé que entrara en mi vida y entré sin quererlo en la suya. Tras cuatro años de abrazos, confidencias, ánimos y regañinas hemos establecido una relación preciosa, casi tanto como Ella. Este verano me pidió un favor personal y se lo hice, (me resulta muy difícil negarle algunas cosas,..., muchas,..., me resulta casi imposible decirle no).
Fue a su país a gestionar unos documentos y al volver me llamó y me dijo que tenía algo para mí.
¿Para mí?, me trajo una cartulina rosa fucsia y una caja llena de mariposas, la abrí y encontré dentro una ratita rosa y azul con una larga cola para añadirla a mi llavero. No leí la cartulina, me conozco y sabía que iba a llorar así que la abrí en casa. Me daba las gracias con todo su encanto, con ese que tiene incluido en cada poro de su piel y de su alma. Me escribió dos cosas que no podré olvidar y añadió que era un desastre, ¿desastre?, no, solo es una adolescente, una adolescente más perdida que la mayoría por sus difíciles circunstancias personales. 

Además, ya lo sabemos, para ser una preciosa flor o una mariposa llena de colores, hay que pasar inevitablemente por una fase de "capullo". Y Ella ha sido el capullo más bonito que conozco y se ha convertido en la flor más preciosa del jardín.

24 noviembre 2015

¿Puedo pasar?

Esa era la pregunta de los profesores al intentar subir las tres escaleras de acceso al instituto.
Los alumnos se sientan allí amontonados, (cada uno en su sitio, eso sí; los mismos en idénticos lugares); y los profes saltando entre mochilas y piernas, o subiendo por la rampa para discapacitados. No era lo mejor, desde luego, yo le daba vueltas, "no puede ser que tengamos que pedir permiso para entrar al trabajo, los chicos tienen que verlo y reaccionar"; pero por más que se lo decía, nada de nada, cada mañana la misma pregunta: "¿Puedo pasar?".
Decidí en un momento dado pasar a la acción y le pedí al secretario un spray para hacer una pintada, aunque me conoce puso cara rara y me pidió un poco más de concreción, así que le expliqué con detalle mi idea de crear un camino en las escaleras para que los chicos no se sienten ahí y podamos pasar los profesores. Sonrío aliviado y a los dos días tenía en mi casillero un bote de spray "amarillo fosforito", me sentí encantada.
Pero terminó el curso y no encontré el hueco para realizar mi obra de arte. 
En este curso lo tenía todo más organizado y ataqué desde el primer momento. Preparé las huellas en casa, recortando un cartón con una pisada de mis zapatillas deportivas, cuando lo tuve terminado me presenté ante mis tutorados (4º A) y con cara de complicidad les dije:
M.E.: "Mirad lo que tengo", mientras sacaba de mi mochila el spray.
Como no podía ser de otra forma, acaparé su atención y les mostré entonces las plantillas, la del pie derecho y la del izquierdo.
Sonreía por dentro y por fuera viendo sus caras de asombro y su desconcierto, entonces decidí explicarles qué era todo eso. Les hizo gracia la idea, algunos pensaron que no serviría para nada, otros que sí, en fin, variedad de opiniones.
M.E.: "Pero necesito ayuda, yo sola no puedo hacerlo bien, ¿alguien se ofrece?"
Con una sonrisa preciosa se ofrecieron más de la mitad de la clase. Les invité a bajar, a pedir periódicos en conserjería, todo en silencio; silencio que no cumplieron, como era de esperar, la situación era tan diferente y divertida que no pudieron, ni intentaron, controlar demasiado su entusiasmo.
Eran demasiados para intervenir a la vez así que nos fuimos turnando. Yo expliqué bien lo que deseaba hacer para evitar "chapucillas".
Lo cierto es que en menos de 20 minutos la obra de arte estaba terminada. Nos sentimos realmente felices al contemplarla.
Subimos al aula y decidimos hacer unos carteles en los que pusiera recién pintado o algo así para llamar más la atención sobre la nueva decoración de la escalera de entrada. No hacían falta porque la pintura seca muy rápido, pero nos apeteció reforzar lo hecho y que todos los chicos vieran esas huellas.
Llamó la atención los primeros días, de hecho la primera mañana encontré la escalera diáfana de alumnos, me sorprendió tanto que les pregunté por qué no se sentaban ahora en ella y me contestaron que:
Laura: "Es que habéis pintado eso en el suelo".
M.E.: "Pero solo en ese trocito, para que nos dejéis pasar".
Se miraron entre ellos con cara de sorpresa. ¡Qué drásticos son los adolescentes!, o todo o nada.
Al día siguiente ya estaba cada uno en su trocito de escalera, pero respetando el pasillo. Los profesores se alegraron de no tener que pedir permiso para entrar.



01 julio 2015

Para Mario

Ya terminó el curso, pero he vuelto de Pedrola hace un momento. Esta vez del tanatorio.
He vuelto a abrazar a Mario, pero no era el momento de estar hablando; sin embargo, quiero contar su historia, la historia de un luchador, de un campeón que ha conseguido todo lo que se ha propuesto.
Le empecé a tratar en 2º de ESO, era tímido, sus preciosos ojitos azul claro miraban más al suelo que al resto del mundo. Era como un angelito que había dejado las alas en la tintorería y se había olvidado que puede volar, que sabe hacerlo y muy bien por cierto.
Sensible, dulce, tierno, educado, pero inseguro, demasiado en aquel momento. Recuerdo  que empezamos a hablar de muchas cosas, recuerdo las conversaciones con su madre, entregada, amorosa, un apoyo incondicional. También recuerdo que la tutora me pidió varias veces que acudiera al aula a realizar alguna de "esas actividades de convivencia" que hago con los chicos, porque esa clase era un poco difícil.
Intenté que se diera cuenta de que era mucho más de lo que él creía, de lo que creían todos, de lo que él creía que creían los demás. Y poco a poco, se fue dando cuenta de que yo tenía razón, que no se lo decía porque me cayera bien (y es cierto, me caía y me sigue cayendo genial, es uno de mis mejores recuerdos), que dentro de él había mucho Mario por decubrir, por experimentar, por sacar fuera.
Poco a poco su confianza en sí mismo creció y ya no dejó que el mundo se lo comiera, empezó a darle bocados a diestro y siniestro. Creció, pero no solo por dentro, es alto, rubio, guapo, pero lo que más me gusta de él es su sonrisa, tímida y dulce al principio se transformó en dulce y pícara, ¡irresistible!.
En tercero cambió, tomó decisiones que nos sorprendieron a todos, pero que apoyamos. Hicimos bien, Mario tenía razón, había vuelto a encontrar sus alas y ahora deseaba volar, lo hizo, ¡vaya si lo hizo!, y muy bien.
Pero lo mejor vino en cuarto, cuando además de su mente me abrió su corazón, dorado y brillante, delicado, sensible, lleno de amor. Me pareció el mejor regalo que pudiera imaginar, tenerlo en mis manos, compartirlo conmigo fue un honor del que disfruté muchas veces. Recuerdo que tras la tutoría teníamos recreo y me decía: "¿te puedes quedar un poquito?". Claro que sí, eran momentos de una intimidad compartida y de una belleza tal que aun ahora me emociono recordándolos. Sentados en la mesa, cerca de la ventana, no nos importaba el exterior, solo nosotros y lo que estábamos compartiendo, sus dudas, sus sueños, su mundo y el mío mezclados como si fueramos dos amigos de toda la vida.
Seguiste luchando fuera ya del insituto, ahora estás consiguiendo tus sueños, se están haciendo realidad. Siempre nos quedará el recuerdo de esos momentos preciosos, indescriptibles, inefables compartidos en el aula durante el recreo.
Sé que ahora estás pasando un momento muy duro, muy difícil, doloroso, pero quiero que sepas que siempre estaré a tu lado para apoyarte, para recordarte que tú vales mucho, que debes seguir comiéndote el mundo y que estoy completamente segura de que lograrás todo lo que te propongas.
Ahora tengo la certeza de que eres un ángel que ha recuperado sus alas y las utiliza.

01 mayo 2015

¿Para qué estáis aquí?

El otro día entré en un grupo de 1º de ESO para realizar una de las actividades de tutoría, entré y estaban hablando entre ellos, la tutora me esperaba. Comentó a los chicos que yo estaría con ellos, uno le empezó a gritar algo, ella le respondió y salió del aula. Estuve esperando a que se callaran, situada de pie al lado de la mesa del profesor. Los miraba mientras seguían unos de pie, otros sentados, otros mirando por la ventana, casi todos hablando entre ellos.
Seguí un ratillo mirándolos y ellos empezaron a callarse y a decir a los compañeros que se callaran. 
M.E.: "Buenos días".
Varios de ellos contestaron y casi todos me miraron.
M.E.: "Hace rato que estoy aquí, ¿lo habíais notado? - asintieron con la cabeza o dijeron que sí - ¿por qué no os habéis sentado y callado?.
Me miraban con cara de sorpresa, como si estuviera diciendo algo raro, rarísimo.
M.E.: "Estamos en un instituto - hice una pausa, tiendo a ser un poco teatral - lo digo por si no os habíais dado cuenta".
Jorge: "Ya lo sabemos".
M.E.: "Entonces, ¿por qué os comportáis como si estuviérais en la peña el día que empiezan las fiestas del pueblo?".
Lo he conseguido, he captado su atención; saben que es cierto lo que yo digo, pero no se atreven a reconocerlo abiertamente.
M.E.: "¿Para qué estáis en el instituto?"
Luis: "Para aprender".
Ainoa: "Para estudiar".
M.E.: "¿Cuántos habéis aprobado todo en la primera y segunda evaluación?, todo.
Levantó la mano Andrés, un chico que participó en los dragones y que será el próximo curso uno de mis "guardianes de las energías", confío plenamente en su capacidad. Me sonreía al levantar la mano, sabe que es el único que lo puede hacer y se siente orgulloso. Le sonreí, había un punto de complicidad en el cruce de nuestras miradas.
M.E.: "¿Solo una persona?, pues está claro que para aprender no venís aquí".
Jorge: "Para pasar el rato".
Lidia: "Para estar con las amigas".
M.E.: "Eso es más real, venís aquí a pasar el rato, para relacionaros. Y encimalo hacéis mal".
Me miraban sorprendidos, sobretodo algunas chicas que suelen estar siempre entre dimes y diretes.
M.E.: "Si, si, os relacionáis mal, os pasáis el día riéndoos unos de otros, inventáis historias para desprestigiar, tenéis problemas a todas horas".
Hubiera dicho más cosas, pero ví en sus miradas un punto de preocupación, como si desearan que eso cambiara; es una de las pocas veces en las que he tenido la sensación clara de que se iban a entregar a mi propuesta y la iban a aprovechar. Sonreí y les dije:
M.E.: "¿Qué tal si jugamos un poco?".

19 abril 2015

Duele menos

Estoy preocupada por la cantidad de chicos y chicas que viven su adolescencia con dolor, si, con dolor. Hoy no quiero hablar de la inseguridad, de la necesidad de pertenecer a un grupo, del miedo al rechazo,... hoy me preocupa su dolor.
Cada vez que el centro organiza una charla sobre el acoso, el bullying o como quieran llamarlo, me da igual el idioma. Cada vez que hay una charla, hay dos o tres alumnos o alumnas que lloran y salen fuera del aula en la que se realiza la actividad porque no pueden seguir allí.
Son chicos y chicas de 12 o 13 años que han sufrido mucho el rechazo, la burla, el desprecio, la mentira de los otros. Pero eso no ha sido lo peor, lo peor es ver cómo unos pocos hacen eso y unos muchos, muchísimos miran y se inhiben, y no te ayudan, y no te apoyan. Ver cómo miran tu dolor, tu destrucción como persona y no dan la espalda, se quedan a mirar la carnicería del acoso. Luego, con decir: "pero yo no le dije nada" creen que lo tienen resuelto, pero no es así, todos son cómplices del acosador o acosadora.

Pero no quiero hablar de los que hacen daño, sino de los que lo sufren, porque son ellos los que me preocupan. 
Tanto que este curso llamé a dos de esos alumnos para hacer un experimento. Les pedí que confiaran en mí, quedamos en un recreo y les conté que había visto en ellos dolor, dolor profundo, heridas abiertas que dolían mucho y que deseaba intentar ayudarles a que dolieran menos. Me miraron sorprendidos, pero aceptaron seguir porque lo que yo decía era verdad y deseaban mucho más que yo reducir ese dolor.
Les expliqué que el subconsciente trabaja con símbolos, con imágenes y que íbamos a hacer una relajación muy cortita en la que intentaríamos mandar un mensaje que ayudase a curar las heridas.
Inicio las relajaciones centrando la atención en la respiración, utilizo la imagen de una vela encendida y pido que imaginen que al sacar el aire desean soltar el aire tan suave que juegan con la llama, no desean que se apague, solo que baile al ritmo de su respiración, les relajo un poco más y luego les pido que imaginen esa situación o es palabra que les ha hecho mucho daño, la que les ha causado mucho dolor, que la localicen en su cuerpo y después que se convierta en un montoncito de arena, aparece una suave brisa que se va llevando la arena, poco a poco; la brisa es cálida y puede tener olor, color. La brisa se va llevando la arena hasta que no queda nada y permanecen unos momentos disfrutando de esa sensación. 
Como es cortita, unos 7 ó 10 minutos les pido que la repitamos varios días y luego que la hagan en casa solos. Ha dado resultado, al repetirla van localizando el dolor en diferentes zonas y va cambiando la frase. Para mí eso significa que van cuarndo diferentes dolores.
Probadlo, es importante que duela menos.

05 abril 2015

Resolución de conflictos

Todavía estamos de vacaciones, no tengo historias desde el aula que contar, pero deseo compartir una charla que dí sobre resolución de conflictos en las "I Jornadas autonómicas sobre convivencia y aprendizaje" organizadas por el Carei. La compartí el día 28 de febrero y estoy contenta del resultado.

Si clicáis en el enlace de abajo podéis verla y escucharla.


La conferencia sobre "resolución de conflictos"

15 marzo 2015

Porque tú lo vales


Antes de navidad entregué a mis alumnos una hoja con los nombres de todos los compañeros menos el suyo y les pedí que escribieran para cada uno de ellos tres cosas buenas sobre su aspecto físico y otras tres de su forma de ser.
Esta actividad la he realizado algunas veces en 2º de ESO, creo que ayuda a los chicos a que mejore su autoestima. Lo difícil es darle forma una vez recogido el material, bueno debo confesar que en segundo es más complicado porque cuando llegamos a lo del carácter hay cuatro frases: "me río mucho con él o ella", "gracioso", "divertido", "simpático", y ya está. No es fácil elaborar más de una frase. Pero este año en cuarto ha sido fantástico, tanto que he tardado varios meses en entregarles su hoja a cada alumno.

Estaba un día hablando con un alumno y comprendí que necesitaba que le subieran la autoestima, no tenemos costumbre de decirnos cosas agradables, piropos, frases de ánimo, y entre adolescentes eso es menos frecuente todavía así que me decidí a pedirles las tres "perlas" para cada compañero y el resultado ha sido increíble, tanto que voy a transcribir algunas de estas frases:
  • "amable y sincera está claro que cuando entregas tu amistad lo haces de verdad". 
  • "eres la amiga perfecta porque, además, nunca te metes en problemas y no dices nada malo de nadie".
  • "en cuanto notas que alguien está mal le haces reír, siempre sacas el lado bueno de las situaciones".
  • "tu capacidad intelectual es admirable".
  • “me parece una persona que merece la pena porque tiene muy buen fondo”. 
  • "alguien te ha descrito como perfecta".
  • "imposible aburrirse en un grupo en el que tú estés".
  • "te haces querer y te dejas querer".
  • "debería soltarse la melena de vez en cuando".
  • "eres muy cuidadoso con las chicas".
  • "me gusta la gente que sabe callar cuando debe".
  • "te fijas en las cosas y piensas en ellas, nada te pasa desapercibido".
  • "no te cortas nada a la hora de decir lo que piensas".
  • "actúas cuando tienes que hacerlo y te preocupas lo necesario por los problemas".
  • "tienes una tolerancia por encima de lo normal".
  • "tu forma de ser gusta mucho, por eso caes bien a todo el mundo".
  • "siempre se aprende algo cuando se habla contigo".
  • "no tienes malas intenciones con nada ni con nadie".
  • "gran persona, sabes lo que hay que decir en cada momento".
  • "no te deprimes fácilmente y siempre pareces feliz".
  • "debería valorarse más a si mismo".
Con material como éste es imposible que las hojas que les he dado queden mal; si ha sido así toda la responsabilidad es mía por no saber poner un poquito de poesía en ellas.
Solo deseo que les llegue muy claro que si los demás ven esas cualidades en ellos/as, es porque las tienen y que ahora no sean capaces de vérselas no significa que no lo hagan más adelante.

09 marzo 2015

Gracias, mil gracias

Hace cuatro años empecé a escribir un libro en el que comentaba las actividades que hago en el aula con mis alumnos para trabajar inteligencia emocional y mejorar la convivencia. Una amiga que las consideró muy válidas me animó a que las recopilara en un libro, ella alegaba que así tendría más difusión y más personas se beneficiarían de esta experiencia. La cuestión es que me convenció, tardé casi un año es escribirlo, dos en encontrar una editorial que creyera en la conveniencia de publicarlo y otro año más de trámites. Ahora creo que ha merecido la pena, sobretodo cuando en mi centro lo recomiendan como libro del mes y Mª José Iranzo invita a leerlo con estas palabras tan bien escritas, simpáticas y llenas de encanto y cariño:
"INFORMACIÓN BÁSICA SOBRE LA AUTORA Y SU OBRA:
La autora del libro que os recomendamos este mes desde el IES Siglo XXI de Pedrola es también una mujer y se podría decir que es una mujer científica; no en vano es licenciada en Medicina. Podríamos incluso haberla incluido en el concurso de mujeres científicas con pistas como:
- Por sus divertidos bolígrafos la conoceréis...
- La cantidad de rizos de su pelo es proporcional a las ideas que siempre bullen en su cabeza...
- Es una mujer de pelotas...
O "simplemente":
- The Catcher in the Dangeon (La guardiana de la mazmorra)
Ella es menuda, activa y su lugar de trabajo no son los laboratorios sino las aulas, sus "cobayas" los alumnos y sus experimentos poco peligrosos, aunque sí explosivos (de emociones) y con cierta radioactividad pues se trata de un fenómeno que ocurre en los núcleos de ciertos elementos, inestables, que son capaces de transformarse en núcleos atómicos de otros elementos más estables (wikipedia). Vamos, la mejor definición del proceso de maduración de los adolescentes al que ella con tanta pasión contribuye.
Seguro que a estas alturas ya habréis adivinado de quién se trata...
Mª Eugenia Blanco Lalinde...¡CUCA!
Y el libro que os queremos recomendar se titula Cómo gestionar hoy los conflictos en la escuela. En él, Cuca recoge muchas de las actividades sobre inteligencia emocional que ha ido trabajando a lo largo de los años con adolescentes, sobretodo en nuestro centro, por lo que no será difícil que muchos de vosotros os reconozcáis en comentarios, experiencias o incluso nombres de pila que recoge este manual.
La lectura de este libro es altamente recomendable para:
- Padres, pues tendrán la oportunidad de conocer otras dinámicas que se desarrollan en las clases de los muchachos y les servirá para comprender reacciones o comportamientos de sus hijos adolescentes (interesantísimo el capítulo 4 dedicado a emociones).
- Tutores y profesores, ya que sería imperdonable perderse el capítulo 2 dedicado a la comunicación pues una de nuestras máximas es poder transmitir el mensaje de forma clara, precisa y efectiva, pero sobre todo crear conexiones con nuestros alumnos.
- Alumnos, porque tendréis la oportunidad de recordar anécdotas, momentos y situaciones vivias en estas experiencias de las que habéis sido protagonistas.
- Todo aquel que esté interesado en la inteligencia emocional y en mejorar su relación con el entorno, con los que nos rodean y tenga ganas de pasar un rato entretenido a través de una lectura fácil, con un lenguaje fresco y cercano que huye de tecnicismos (los justos) y de rebuscamientos. Los numerosos ejemplos y la claridad de la exposición hace que su lectura se convierta en un placer y nos parezca fácil algo que conlleva años de formación y experimentación."

Después de leer ésto y emocionarme solo puedo decir, GRACIAS, MIL GRACIAS.

18 febrero 2015

Poder o no poder

Subo hacia mi grupo, hoy toca tutoría, cuando me llama una compañera y me dice que está un poco cansada de mi grupo, que ya vale de protestar y de comentarios en voz alta. En concreto se queja de una chica que le está poniendo pegas todo el día, que dice que no entiende nada con ella, en fin, una situación frecuente, más de lo que debería, pero muy incómoda para todos.
María: "Estoy cansada, siempre con lo mismo. Pero sobretodo con los comentarios en voz alta. Que si a mí no me preguntes que ya sabes que no te entiendo, que si no lo tengo hecho porque contigo todo es más difícil,... Que yo también sé decir cosas y hacer comentarios en voz alta, ya le he dicho que por mí como si no existiera, que no le voy a volver a preguntar".
Contaba todo deprisa, entre molesta, nerviosa, impotente y cansada. La comprendí perfectamente y le prometí abordar el tema con mi grupo, en especial con Ainara. Mientras subía a clase, (solo quedaban dos tramos de escalera, pero afortunadamente el cerebro no entiende de tiempo y funciona en otra dimensión), pensé en María, comprendo que cuando pasas tantas horas a la semana explicando conceptos abstractos y sin una utilidad inmediata y tienes delante veintitantos adolescentes haciendo comentarios inoportunos, quejándose sin aportar soluciones y frenando la clase, hay un momento en que ya no puedes más y entras a su juego; yo lo considero un error, un adolescente siempre podrá con nosotros, y si son muchos... Pero comprendo perfectamente a María y a tantos y tantos profesores que viven situaciones así.
Con estas ideas bullendo en la cabeza entré en el aula recordándoles lo que habíamos hablado hace poco sobre los enchufados, sobre los alumnos enchufados y que querría que hablásemos sobre los profesores a los que les tenemos manía.
Me encantó, nada más decirlo y Ainara, que está en primera fila, me clavó su mirada más pícara y su sonrisa más angelical.Como si tuviéramos un bocadillo de esos de los cómics y nos habláramos por telepatía. Sin palabras la conversación fue algo así:
Ainara: "Te has encontrado con María y te ha hablado de mí".
M.E.: "Va a ser que sí".
Estuvo interesante porque los chicos asumen que los profesores tienen más poder.
M.E.: "Más poder no, más rango".
Lucía: "Bueno, si, pero es lo mismo".
M.E.: "Yo creo que no, pero amos a verlo".
M.E.: "¿Por qué le cogéis manía a un profesor o profesora?"
Juan: "Porque te suspende".
Ángela: "Por su forma de ser, porque no te cae bien".
Álex: "Porque no te entiendes con él o ella".
Ainara: "Porque te compara".
Noelia: "Porque se toma demasiadas confianzas".
Bianca: "Te ignora".
Voy escribiendo todo en la pizarra para que no se nos escape nada, sobretodo para que no se me olvide, eso de que se duelan por ignorarlos me ha llegado al alma, es cierto que solemos interactuar más con quienes son más participativos y olvidamos un poco a otros.
M.E.: "Vale, tenemos un buen montón de ideas. ¿Qué hacéis ahora?".
Bruna: "Nada".
Les miro con mucha, mucha intención, todos sabemos que eso no es cierto, otra cosas es que no tengan claro su poder, pero hacer hacen y nos llega.
Ainara: "Enfadarme y mostrarselo".
Luis: "Fastidiarle".
Claudia: "Mirarle mal".

¿De verdad creen que eso no es poder?, me parece que el problema radica en que no son conscientes de su poder ni de cómo lo utilizan, habrá que hacer algo, se termina la hora.

25 enero 2015

Enchufados

Ya tenía pensado sacar el tema de "los enchufados"en la siguiente tutoría, es un tema que siempre está ahí, que no desaparece, lo viví yo como estudiante y lo sigo viendo en mis alumnos. Solo quedaba saber cómo entrar, cómo introducir el tema para que ellos entraran también. Así que tras mucho pensarlo entré en el aula y tras mis dos minutos de centramiento empecé:
M.E.: "Imaginad que aparece un grupo musical de chicos, de esos que están ahora de moda, hay 4 chicos y seguro que uno de ellos te gusta más, ¿o no?".
Me han mirado un poco expectantes, a estas alturas ya están acostumbrados a que, de vez en cuando, salga por peteneras así que extrañarse no se extrañan de nada, pero querían saber de qué iba esta introducción. Confirman que es normal que uno te guste más, que si eres chico y es un grupo de chicas pasa lo mismo, una te gusta más,
M.E.: "Imaginad ahora que uno de vuestros amigos invita a unos amigos o amigas suyos de la playa a pasar un día con vosotros y resulta que con una de esas personas compartís los gustos musicales y la otra persona dice que esa música le parece una "m", que no le gusta nada, que no entiende cómo os puede gustar,..., esas cosas. ¿os caería mejor una persona o la otra?". 
Esther: "Pues claro que te cae mejor el que le gusta tu música y no el otro plasta que es un cansino".
M.E.: "Exacto, eso es normal, que sientas preferencias por unas personas y no por otras es normal, ni bueno ni malo, solo normal".
Es el momento de entrar al tema, me da un poco de respeto saber si podríamos hablar del tema o se alterarían y se me iría de las manos, de todas formas solo hay una manera de saberlo.
M.E.: "¿Qué creéis que nos gusta a los profesores?, me refiero al tipo de alumnos".
Andrés: "Listos".
María: "Que lo sepan todo".
M.E.: "Si lo saben todo ya no les hacemos falta. Nos gustan los alumnos curiosos, los trabajadores, los que buscan, los que quieren dar un paso más. ¿Qué pasa si encontramos un alumno o alumna así?".
Laura: "Ya sé por quién dices eso, lo que pasa es que a veces los profes no sois justos".
M.E.: "Estoy completamente de acuerdo en una cosa, no siempre somos justos, y te aseguro que a mí esa sensación me provoca un malestar muy profundo. Pero hablo en general, no hablo por tal o cual profesor o alumno".
Laura: "Pues a mí no me parece bien, que se favorezca a ningún alumno, cada uno lo que hace".
Javier: "Pues a mí me da igual, mejor para quien sea, si a mí me dan mi nota y a otro se la suben, pues mejor para él".
Pilar: "Pues no es así, no hay por qué beneficiar a unos, eso es injusto".
Alex: "Eso y algunos encima se chulean y eso da una rabia...".
Es cierto, creo que mis chicos son muy listos y han sabido dar en el centro de la diana, han sido capaces de poner nombre a las dos emociones que les mueven cuando aparece el fenómeno del alumno o alumna enchufado o enchufada.
El sentimiento de injusticia hace que pierdan confianza en el profesor que les imparte clase, están más pendientes de lo que hacen mal que de lo que hacen bien, están esperando la siguiente "injusticia", incluso verán injustas acciones que no lo son.
El otro sentimiento lo provoca el alumno o alumna enchufado que "se chulea" y genera una rabia y un deseo de venganza fortísimo.
Hablamos más, profundizamos más y al final creo que poner sobre la mesa las ideas y los sentimientos nos ayudó a relajar la tensión, que sin duda provocan "los enchufados".

14 enero 2015

Una guardia en tercero

Esta mañana al llegar me dice una compañera: "¡vaya cómo está el parte!", se refería al de faltas de profesores, he sonreído porque estaba claro que hoy eran muchas las ausencias. Ha insistido: "¡no sé cómo lo vamos a hacer!", tanto comentario me ha sorprendido y he decidido echarle un ojo; pues tenía razón, estamos cuatro profesores de guardia y faltaban cinco. He decidido que ya me lo plantearía más tarde.
A quinta hora tocaba guardia, suelo llegar un poco justa porque tengo que recoger todo el material de la clase anterior, devolver los móviles (los guardo en una caja en el cuarto de las profesoras, lo cerramos con llave, para que no los rompan o se los roben de las mochilas), controlar si se han cambiado de camiseta,... Vamos, que llego justita.
M.E.: "Lo siento, no he podido llegar antes, ¿qué me toca?"
Estaban dos compañeros que no tienen guardia a esa hora pero querían aportar su presencia si era necesaria, lo cual se agradece muchísimo, sobretodo si lo hacen, como era en este caso, de forma voluntaria.
Pablo: "Tercero C, Gabriel se ha ido a primero, en la UIEE está Sara y los demás están cubiertos".
M.E.: "Vale, gracias".
Mientras subo me cruzo con alumnos que vienen de tecnología; está en el otro edificio y por eso llegan más tarde, no hay mucha distancia, pero la cafetería está a mitad de camino y la tentación de comprar unas chuches es grande, además caminan con mucha caaaalma. Bromeo con ellos, se quejan, les llamo viejos, me contestan, nos reímos.
Llego a tercero, saludo a los chicos y les comento que con las prisas se me ha olvidado mirar si tenían tarea asignada y les pido que mantengan silencio mientras bajo a mirarlo.
Lucía: "Tenemos tutoría, nos dijo que adelantáramos tareas". Es un encanto, resuelta, inteligente, alegre, participativa, con una sonrisa preciosa que transmite vida.
Me he sorprendido, estaban casi todos con las mesas limpias,..., bueno, no exactamente limpias, quiero decir que solo unos pocos tenían libros y cuadernos. En fin, que muchas ganas de tareas no he visto. 
Los conozco a todos, les di clase el curso pasado, son majísimos, creo que podemos divertirnos así que les he sonreído con picardía mientras hacía un ruidillo tipo "mmmmm". Me conocen, esperaban ver por dónde salía.
M.E.: "¿Os apetece jugar?"
Han aceptado de buena gana, sonreían, tenían ganas de marcha así que he empezado con un cuento budista.
M.E.: "Había una vez un chico que quería ser monje budista, así que fue al templo que le habían recomendado como el mejor. Al llegar vio varias personas sentadas en la puerta en posición de meditación, él hizo lo mismo, al día siguiente vio cómo salía un monje y le decía a una de las personas que había fuera que se marchara; él siguió y al tercer día salió otro monje le tocó el hombro y le invitó a entrar. Pasó dos días conociendo el lugar y al tercero se acercó al maestro y le comentó que esperaba hacer técnicas de meditación, leer libros, en fin, hacer algo para aprender a ser moje budista. El maestro le miró y le invitó a salir al jardín, estaba lleno de flores y árboles, como era otoño el suelo estaba lleno de hojas secas, el maestro le pidió que las recogiera, que no quedase ninguna. El aspirante las recoge, mira el jardín y sale a buscar al maestro, cuando lo encuentra le comunica que ha terminado, el maestro le sonríe; el aspirante le insiste para que salga al jardín, el maestro sale, lo mira, se acerca a un árbol, le da una patada y de nuevo se llena el suelo de hojas, el aspirante se queda alucinado y se queja: "¿cómo me pide que lo limpie y ahora lo vuelve a manchar?", el maestro le mira y le dice "aun no has aprendido".
Miro ahora a los chicos y les pregunto qué debía aprender, algunos me miran sorprendidos, otros con cara de no entender, otros están pensando y en muy poco tiempo:
Ainhoa: "Que no tiene que esperar que los demás se lo reconozcan o algo así", no solo es lista, también muy guapa, ha terminado de decirlo y ha levantado sus preciosos ojos claros para ver mi expresión, (me parece un pecado que no lo haya hecho mientras hablaba, esos ojos son un regalo que debe compartir). Me he sentido genial, le he sonreído.
M.E.: "Exacto, ¿cuántas veces hacéis lo que creéis que los demás esperan de vosotros y no lo que de verdad os apetece?".
Javier: "Muchísimas".
Me ha sorprendido, es un encanto, tímido, dulce, con una sensatez impensable en un muchacho de su edad y muchas más cualidades, aunque entre ellas no estaba la capacidad de decir lo que piensa anticipándose a los demás como ha hecho ahora. Ha sido genial, decirlo él y seguir un montón de alumnos haciendo aportaciones y comprendiendo que tras esa dependencia de la aprobación está la negación y el olvido de tu mismidad. Luego hemos seguido jugando a más cosas, ha sido una guardia fantástica.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...