01 julio 2015

Para Mario

Ya terminó el curso, pero he vuelto de Pedrola hace un momento. Esta vez del tanatorio.
He vuelto a abrazar a Mario, pero no era el momento de estar hablando; sin embargo, quiero contar su historia, la historia de un luchador, de un campeón que ha conseguido todo lo que se ha propuesto.
Le empecé a tratar en 2º de ESO, era tímido, sus preciosos ojitos azul claro miraban más al suelo que al resto del mundo. Era como un angelito que había dejado las alas en la tintorería y se había olvidado que puede volar, que sabe hacerlo y muy bien por cierto.
Sensible, dulce, tierno, educado, pero inseguro, demasiado en aquel momento. Recuerdo  que empezamos a hablar de muchas cosas, recuerdo las conversaciones con su madre, entregada, amorosa, un apoyo incondicional. También recuerdo que la tutora me pidió varias veces que acudiera al aula a realizar alguna de "esas actividades de convivencia" que hago con los chicos, porque esa clase era un poco difícil.
Intenté que se diera cuenta de que era mucho más de lo que él creía, de lo que creían todos, de lo que él creía que creían los demás. Y poco a poco, se fue dando cuenta de que yo tenía razón, que no se lo decía porque me cayera bien (y es cierto, me caía y me sigue cayendo genial, es uno de mis mejores recuerdos), que dentro de él había mucho Mario por decubrir, por experimentar, por sacar fuera.
Poco a poco su confianza en sí mismo creció y ya no dejó que el mundo se lo comiera, empezó a darle bocados a diestro y siniestro. Creció, pero no solo por dentro, es alto, rubio, guapo, pero lo que más me gusta de él es su sonrisa, tímida y dulce al principio se transformó en dulce y pícara, ¡irresistible!.
En tercero cambió, tomó decisiones que nos sorprendieron a todos, pero que apoyamos. Hicimos bien, Mario tenía razón, había vuelto a encontrar sus alas y ahora deseaba volar, lo hizo, ¡vaya si lo hizo!, y muy bien.
Pero lo mejor vino en cuarto, cuando además de su mente me abrió su corazón, dorado y brillante, delicado, sensible, lleno de amor. Me pareció el mejor regalo que pudiera imaginar, tenerlo en mis manos, compartirlo conmigo fue un honor del que disfruté muchas veces. Recuerdo que tras la tutoría teníamos recreo y me decía: "¿te puedes quedar un poquito?". Claro que sí, eran momentos de una intimidad compartida y de una belleza tal que aun ahora me emociono recordándolos. Sentados en la mesa, cerca de la ventana, no nos importaba el exterior, solo nosotros y lo que estábamos compartiendo, sus dudas, sus sueños, su mundo y el mío mezclados como si fueramos dos amigos de toda la vida.
Seguiste luchando fuera ya del insituto, ahora estás consiguiendo tus sueños, se están haciendo realidad. Siempre nos quedará el recuerdo de esos momentos preciosos, indescriptibles, inefables compartidos en el aula durante el recreo.
Sé que ahora estás pasando un momento muy duro, muy difícil, doloroso, pero quiero que sepas que siempre estaré a tu lado para apoyarte, para recordarte que tú vales mucho, que debes seguir comiéndote el mundo y que estoy completamente segura de que lograrás todo lo que te propongas.
Ahora tengo la certeza de que eres un ángel que ha recuperado sus alas y las utiliza.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...