15 junio 2014

Los chicos también

En mis historias las protagonistas suelen ser chicas, es normal. Las mujeres en general, somos más de hablar, de compartir lo que nos sucede. Una vez les decía a unas amigas que cuando comento algo que me ha pasado, al escucharme comprendo mejor lo sucedido, el por qué, el cómo,...
Para muchas de mis alumnas estoy entre madre y amiga, a veces solo soy alguien que las escucha, y eso es importante, muy importante. En un mundo lleno de información, wasaps, tweets, tuentis y otros más, lugares en los que todos escriben indiscriminadamente, lugares en los que ser escuchado y que te sigan es algo extraño, poco frecuente. 
Mis alumnos suelen tener grupos de wasaps, varios grupos, en ocasiones tienen listas de 70 u 80 mensajes no leídos. Me comentan que los leen por la noche (¡a qué hora se dormirán!). Yo me pregunto si contestarán a algo que se comentó varias horas antes, a veces si, otras no. En fin, que yo les escucho y lo hago de forma inmediata, y les miro a la cara, y les contesto, les pregunto lo que no entiendo.
Pero también tengo alumnos, chicos, que vienen a verme y a consultarme cosas. El otro día vino Luis, un muchacho de 4º de ESO con quien siempre me he llevado bien. Llegó hace varios años de otra comunidad autónoma y tuvo muchos problemas para hacer amigos, su gran pecado era que no le gusta jugar a fútbol, es un gran deportista, de hecho hace pocos días me enseñó una medalla de oro lograda en un campeonato nacional; pero no juega a fútbol y eso le impidió relacionarse mejor, que le conocieran y que pudieran compartir amistad. Afortunadamente todo cambia, ahora se relaciona mejor, pero en su momento fue así.
M. E.: "Dime, ¿qué pasa?".
Se sienta nervioso, veo que tiene ganas de contarme algo pero no sabe bien por dónde empezar, le tendré paciencia y le ayudaré a contarme su problema.
Luis: "Tengo amigos en Tauste, ya te lo dije".
Asiento con la cabeza pero veo que no es bastante y le animo a seguir.
M. E.: "Has estado hace poco y ha pasado algo" (recalco la última palabra y sonrío a la vez).
Luis: "Hace dos semanas conocí a una chica, estábamos cenando y en un momento se acercó y me dio un beso".
M. E.: "¡Qué bueno!, ¿a ti también te gusta ella?".
Me mira con cara de sorpresa, creo que no se había planteado nada así que aclaro un poco mi comentario para que siga contándome.
M. E.: "Si una chica te besa así es porque le gustas, ¿también te gusta a tí?".
Luis: "Si, nos dimos los móviles y nos pasábamos el día mandándonos wasaps, hablábamos de todo, pero..." (la palabra fatídica. PERO), no sé, ahora...".
M. E.: "Ahora os cuesta más encontrar temas".
Luis: "Si, además le he comprado una camiseta, me fui con dos amigas para que me ayudaran a elegirla".
Encantador, intenta reavivar un capricho, porque está claro que para esa chica solo fue un capricho, un subidón y un bajón de 10 o 15 días. Es normal que en esta época les pase, pero me gustó la actitud de Luis, incluso pidió a dos amigas que le ayudasen, ¡qué detalle más tierno!, ¡qué mono!.
M. E.: "No tienes claro si dársela".
Luis: "No sé, me parece que ella no está por hacerme caso, ayer le mandé dos wasaps y no me ha contestado".
M. E.: "Mira Luis, esa chica es una caprichosa, te conoció, le gustaste, te consiguió y ya está. Por suerte o por desgracia es así, creo que para ella todo está terminado".
Luis me mira entre resignado, creo que él ya pensó lo mismo, y sorprendido de que yo lo haya pensado tan rápido.
Luis: "Entonces, ¿qué hago con la camiseta?".
M. E.: "Guardarla para una chica que se la merezca, esta no se la merece, además es muy tonta porque no se da cuenta de lo que se pierde. Luis, eres un encanto y no te preocupes que vas a conocer otras muchas chicas que te valoren y se merezcan esa camiseta".
Luis: "Yo lo había pensado, pero...".
M. E.: "Pero te quedaba la esperanza de que fuera una relación más duradera".
Luis me lo confirma con un punto de tristeza en la mirada, él no es un picaflor, le gustaría tener una relación más larga. Estoy segura de que lo conseguirá.

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