27 noviembre 2013

La patata

Hoy ha sido un día especial, muy especial, mis alumnos me han felicitado; cuando hemos entrado en el gimnasio los chicos de 2º de ESO me decían felicidades, sin saber muy bien por qué, habían oído campanas, habían visto a mis compañeros dándome besos y abrazos, felicitándome y ellos han hecho lo mismo, yo les sonreía y una muchacha me ha preguntado si era mi cumpleaños, sonriendo le he dicho que no, se ha sorprendido.
Laura: "Y ¿por qué te estamos felicitando?".
M.E.: "Porque acabo de ser abuela".
Se han sorprendido un poco, pero como me veían radiante han continuado con los comentarios. Hemos hecho clase en el gimnasio, hoy no se podía salir al patio por el frío y he empezado con rock and roll.
Mi fantástica Rosa ha preparado unas tartas de chuches que he colocado en secretaría y en la sala de profesores para que todos nos endulzáramos la vida con la noticia, necesitaba compartir mi alegría.
Al llegar el primer recreo se ha acercado a mí Cistian, un muchacho del que ya he hablado (mi amigo, mi problema) en otras ocasiones y, como siempre, comiéndose el bocadillo, me ha felicitado (él si conocía el motivo).
Cristian: "Mira, te he traído ésto", y ha sacado una patata del bolsillo.
La he cogido con una cara de sorpresa total, es sin duda alguna el regalo más original que me han hecho.
Cristian: "Es que quería regalarte algo y como no sabía el qué, he cogido lo primero que he visto en casa".
Le he sonreído y le he hecho una carantoña, no le gustan los besos. Le he agradecido el detalle y, de verdad, lo he hecho de corazón porque me ha llegado muy hondo. Me ha parecido una demostración de cariño poco frecuente en mis chicos, mis alumnos. Esa espontaneidad, esa impulsividad, el deseo de regalar, acordarse de mí al salir de casa, todo me ha parecido precioso.
Cristian no se imagina cómo valoro su detalle, cuánto me ha llegado al corazón.
Realmente no pensé jamás que una simple patata pudiera significar tanto, que un regalo tan sencillo fuera tan importante para mí. Me suceden estas cosas y confirmo que merece la pena seguir luchando por estos muchachos difíciles y con problemas. Continuaré pensando cómo hacerles conscientes de lo importantes y valiosos que son en mi vida y en la de muchas otras personas.
Gracias por la patata Cristian.

20 noviembre 2013

Desde allí se ven muchas cosas

M.E.: "Buenos días, Rosa"
Y Rosa sale con su brillante sonrisa y va directa a prepararme el cortado y la chocolatina, a veces, me mira y pregunta. "lo de siempre, ¿no?".
Es un placer tener ese espacio, a mí me encantaría darle más vidilla. Tenemos una cafetería grande, bonita, con una responsable que vale mucho más de lo que aparenta; ahora no tengo tiempo, pero creo que estas vacaciones voy a buscar la forma de utilizarla para "otras actividades". El insti es un lugar fantástico para realizar dinámicas que no están en los libros, esas que no cuentan para el currículo, ni para los inspectores que solo ven los números de las notas; dinámicas que les van a ayudar a ser adultos felices, responsables y coherentes. Creo que la próxima dinámica con los ciclos formativos puede ser una buena idea.
Para mí la cafetería no es solo un lugar donde descanso, me recompongo con mi cortado o me río y bromeo con Rosa o los compañeros, es también un lugar donde me entero de muchas, muchísimas cosas.
Rara es la semana que no entro allí y cuando me sirve el café le pregunto por algún chico, por un incidente,...

M.E.: "¿Es verdad que a Miguel le tratan mal?".
Rosa: "Eso no lo he visto, pero viene a comprar chicles y se le pegan como moscas y le piden la mitad".
M.E.: "Abusan, claro. Como no se relaciona bien, así pensará que le aprecian y solo se aprovechan".
Rosa: "Yo el otro día les dije que le dejaran en paz, que eran para él".
M.E.: "Tengo que hablar con él para que no compre tantos o para que no los regale".

Otro día me comentaron una alumnas que chicos de ciclos les molestaban.
M.E.: "Rosa, me han dicho unas chicas, el grupo de Ainara, las que se sientan en esa mesa, (señalo con el dedo el lugar), que los chicos de ciclos se meten con ellas y les tiran el papel del bocadillo, ¿has visto algo?".
Rosa suspira, me mira con intención y dice: "Hay de todo, ellas también les enredan".
M.E.: "Vale, ya entiendo, ¿quienes son ellos?".
Rosa: "Son de carrocería, mira, ahora entran dos".
Miro sin ningún disimulo, los alumnos tienen que estar en clase a horas de clase y si entran en la cafetería es por algo. 
M.E.: "¿No tenéis clase?".
Miran con cara de fastidio, uno sigue hacia su mesa habitual,otro se acerca a pedirle a Rosa un bocata y una cocacola; y contestan con desgana que esta la tienen aprobada y no hace falta que vayan. Estoy segura de que no es cierto, pero lo dejo pasar, comprobarlo y tomar medidas me llevaría mucho tiempo, ya hablaré con el jefe de estudios de ciclos. Le informaré y él verá que medidas son más idóneas para evitar estas situaciones.

Pero no es solo eso, a veces llego y le digo que me he olvidado el monedero en casa y me tendrá que fiar, suelo poner cara de pena y ella no duda en hacer todas las bromas que se le ocurren para que nos riamos. Le pedimos hielo para los lesionados, clara de huevo cruda para los quemazos, bocadillos para los que se marean,..

Rosa está como en un Olimpo, por encima de los profesores, por encima de los alumnos, llegan allí en hora de recreo, a barullo, nerviosos por el hambre, ... Ella ve muchas más cosas que los demás, pero también se preocupa de los chicos y chicas, se interesa por sus cosas, les apoya cuando tienen problemas, les escucha, nos informa para que tomemos medidas cuando lo cree necesario. 



A mí me parece un lujo poder contar con la cafetería y, sobretodo, con Rosa, gracias por estar ahí y por estarlo tan bien.

15 noviembre 2013

Lo que desconocemos

Esta semana ha sido un poco extraña, el miércoles tenía algo de tiempo en el instituto para corregir exámenes y organizar las notas, pero el miércoles cuando estaba en el aula de convivencia durante el recreo ha aparecido Robert y me ha preguntado si podíamos hablar, no he dudado en dejar de lado lo que tenía en mente y le he dicho que sí.
Es un muchacho alto, delgado, algo pelirrojo, muy guapo y que baila mejor de lo que estudia a pesar de tener una gran cabeza para aprender lo que desee sin esfuerzo. Llegó a Pedrola con su hermana, una muchacha excepcional, increíble, en los tres meses de verano consiguió un nivel de español casi perfecto, inteligente, guapa, alegre, madura, era una auténtica joya, hizo Secundaria y Bachillerato sin ningún problema y se gano mi simpatía y la de todos los profesores que tuvimos la suerte de darle clase. Estudió Químicas, volvió a su país, se casó y tuvo una niña. Robert me tenía informada porque conoce el gran cariño que tengo a la familia.
Al comenzar el curso me comentó que su cuñado estaba muy mal, que había tenido un derrame cerebral y estaba en la UCI. Le pregunté a veces y me decía unas que peor y otras que estable. Ayer, cuando entró no pensé nada, pero comprendí por su expresión que pasaba algo importante, se sentó a mi lado, triste como no lo había visto jamás y con los ojos enrasados me comentó.
R.: "Se ha muerto mi cuñado".
No reaccioné, tenía una manzana en la mano y me limité a dejarla sobre la mesa y seguí mirándole.
R.: "Murió ayer, mi madre se ha ido a Polonia a estar con mi hermana, se pasa el día llorando y no come nada".
M.E.: "¿Estás solo aquí?".
R.: "No, con mi primo".
Me acerqué y le abracé, él también necesitaba a su madre. Su padre es camionero y está poco tiempo en casa, no puede contemplarlo ni consolarlo. 
Me contó que habían surgido muchas complicaciones y que no las superó. 
Le dije que nos fuéramos a dar un paseo, aunque soplaba bastante cierzo la temperatura no era mala y pensé que un poco de aire libre nos ayudaría a despejar ideas.
Afortunadamente tenemos amplias zonas verdes, porches, espacio para pasear tranquilamente porque Pilar, mi compañera no tenía clase en el patio y así nadie nos veía.
Comenzó a contarme lo importante que ha sido siempre su hermana, cómo le ayudó y apoyó siempre. Doy fe de ello, cuando Robert se matriculó en el IES vino su hermana para pedirme que lo colocara en un buen grupo, me comentó quienes eran sus amigos para que alguno coincidiera en la misma clase. Me alegré tanto de verla, que ni quise ni pude negarle nada, hice cuanto me solicitó. Por eso no me extrañó que él sintiera el dolor de su hermana casi como propio, se lamentaba de no poder estar con ella para ayudarle a pasar este duro momento. 
R.: "Mi madre dice que la quiere traer un tiempo aquí a España para que se aleje un poco de los recuerdos. En su casa todo le trae recuerdos y lo pasa fatal". Habla perfectamente, llegó aquí con 3 años y ahora tiene 16.
M.E.: "Me parece buena idea, así tanto la niña como ella cambian un poco y se recuperan, sobre todo tu hermana".
R.: "Dicen mis padres que seguramente cuando termine el curso nos iremos a vivir otra vez allí".
M.E.: "¿Es definitivo?". La vida de Robert se ha desarrollado aquí, su infancia, su adolescencia, los amigos, las novias, todo está aquí, creo que el cambio es muy fuerte, por eso le pregunté.
R.: "No sé, es que han hablado mucho y no tienen claro lo que vamos a hacer".
M.E.: "Estoy segura de que lo pensarán y harán lo que crean mejor".
R.: "Sabrán elegir lo mejor".
Me encantó la seguridad que mostró sobre la capacidad de decisión de sus padres, sonreí y le comenté que harán lo que crean mejor, pero que seguirán teniendo dudas. Cuando se es padre o madre se toman muchas decisiones, pero siempre se siente el peso de la responsabilidad, las dudas sobre si será lo mejor o no para los hijos. De lo que no dudo es del cariño con que se hace.
Seguimos hablando mucho rato, poco a poco se fue derivando la conversación hacia otros temas, sus estudios.
R.: "Este año voy bien, he aprobado todos los exámenes, pero ahora... No tengo la cabeza para nada".
Hablamos de sus bailes, es un gran bailarín de jumpstyle, le dedica más tiempo a esta afición que a los estudios, pero hay que reconocer que se luce cada vez que hace una exhibición.
Terminó la hora, yo tenía clase y él también. Nos despedimos y reflexioné sobre la gran cantidad de cosas que les pasan a nuestros chicos y chicas y por desconocimiento no lo podemos tener en cuenta para echarles una mano, tenerles más paciencia, o simplemente, escucharles un rato mientras paseamos con el cierzo.

07 noviembre 2013

Mi amigo, mi problema

Tengo un alumno de 1º de ESO que viene casi todos los días a verme al aula de convivencia, Cristian. Es un niño nervioso, rubio, siempre llega con un bocadillo a medias entre la boca y la mano, a pesar de ello habla mucho, rápido, se dispersa con facilidad, me cuenta muchas cosas, me pregunta otras, quiere ser mediador, ... Creo que solo necesita sentirse importante para alguien (además de su familia, claro).
Suele hablar de su amigo Mario con quien tiene una extraña relación de amor - odio. ¡Cuántas veces lo mismo!.

Cristian: "Hoy me ha pegado, yo no le hago nada y el me pega".
M.E.: "¿Quién, Mario?".
Cristian: "Si, estábamos en el pasillo y me ha dado".
M.E.: "¿Pero sois amigos o no?".
Cristian: "Si, pero a veces, me pega y nos enfadamos".
M.E.: "¿Tu le devuelves los golpes?".
Cristian: "A veces si y a veces no, pero estoy cansado".
M.E.: "¿Quieres que hable con él?".
Cristian: "No, que se enfadará conmigo".
Hemos llevado conversaciones parecidas varias veces, no me queda claro nada; pero es cierto que algunos niños que no saben relacionarse demasiado bien acaban teniendo amistades complicadas, esas amor - odio que no satisfacen a nadie, pero que hacen que no siempre estés solo.
He recabado información sobre Cristian y su tutor me dice que él también enreda, que también pega, que también inicia los follones; eso me cuadra más, pero no le he dicho nada, espero que quiera que hablemos los tres juntos y solucionemos el tema de otra forma.
Vuelve y me pregunta:
Cristian: "¿qué hay que hacer para ser mediador?".
M.E.: "Este año nada, no voy a tener más".
Cristian: "Pero quiero ser mediador".
M.E.:  "Te buscaré otro trabajo y podrás ayudar también a que todos estemos mejor, ¿te parece bien?".
Cristian: "Vale" y me sonríe ilusionado.
Tengo claro que no sería un buen mediador, despistado e impulsivo no es compatible con mediador, pero ... quizás otras cosas.
Le pregunto por Mario y dice que ahora no tienen problemas, me alegro. También he preguntado por Mario  a la tutora y me dice que se han juntado el hambre y las ganas de comer, pero que cuando se enfadan Cristian sale perdiendo porque es más delgado y bajito que Mario y si éste le empuja, Cristian sale rodando dos metros.
Hoy ha vuelto al aula de convivencia, tenía conmigo una niña que cometió una infracción pero me pidió perdón y junto al tutor acordamos que no le haría parte de incidencias pero, a cambio, se quedaría un recreo castigada. Ha llegado Cristian y me ha dicho que otra vez tenían problemas.
M.E.: "Esto tiene que acabar, cada semana te quejas, tenéis uno o dos días buenos y otro malo, no puedes seguir así". Hoy está menos activo, cabizbajo, casi triste. "¿Te parece que hable con él y nos juntemos a hablar los tres?".
Crisitan: "Si, vale".
Me he alegrado tanto que ha aparecido una gran sonrisa en mi cara, él me ha mirado y se ha contagiado, también ha sonreído.
M.E.: "Le busco mañana y le digo que venga el lunes. Nos juntamos los tres y hablamos un rato, ¿vale?".
Cristian ha asentido y se ha ido con su bocadillo y una expresión menos preocupada que al principio. Espero que Mario nos lo ponga fácil y este rosario de visitas cambie un poco de contenidos. 

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...