En
el segundo recreo suelo estar en el Aula de Convivencia con algunos alumnos y
alumnas que vienen a hablar de “sus cosas”, de las “cosas de clase”, … , un
poco de todo.
Ayer vinieron Susana, Anna y Mapulay, me contaban algo que había pasado en el aula.
Susana:
Fíjate, han echado de clase a Pedro, y no tenía la culpa, la culpa era de
Guillermo que se ha metido con él.
M.E.:
y ¿por qué han echado a Pedro?
S.:
porque le ha dado un golpe en la cabeza a Guillermo.
M.E.:
eso es motivo para que lo echen de clase, ¿no?
Todas
a la vez: noooo, la culpa ha sido de Guillermo.
M.E.:
empezad por el principio.
S.:
pues eso, que Guillermo le ha dado un golpe a Pedro.
Mapulay:
sí, y claro, – atropellando el discurso de Susana – él ha ido a devolvérselo
S.:
y lo han echado a él.
M.E.:
aun no sé dónde ha pasado esto, ¿en clase, en el pasillo?.
Anna:
no, en clase de plástica con Esther.
M.E.:
vale, estáis en clase de plástica, Guillermo le da un golpe a Pedro ¿y?
S.:
y se va a su sitio, entonces Pedro va corriendo hasta Guillermo y se lo
devuelve.
M
y A: y es cuando Esther lo echa de clase.
M.E.:
o sea, que le dan un golpe y él sale corriendo y lo devuelve, todo en la clase
de plástica.
Todas:
si – ya me miran como diciendo a ver por dónde sale.
M.E.:
pues si yo soy profesora de aula (en realidad soy de patio y allí es
diferente) y veo a un alumno que corre y golpea a otro también lo expulsaría.
S.:
pero la culpa es del otro.
M.E.:
¿por qué?
A
y S: porque le ha pegado primero.
M.E.:
¿y?
Todas
a la vez “pues que es el que tiene la culpa”, y lo dicen muy convencidas.
M.E.:
vamos a ver, a mí me dan un golpe en clase y ¿lo único que puedo hacer es
correr y devolverlo?, - enfatizo mucho la pregunta - pues no estoy de acuerdo.
Susana
me interrumpe rápidamente para decirme algo: “bueno, (cuando se escucha empieza
a pensárselo, cree que hay algo más detrás de mis palabras y prefiere darse un
poco de tiempo), no sé, sigue”.
M.E.:
yo puedo quedarme en mi sitio y esperar al final de la clase para darle una
leche; puedo esperar al final de la clase y preguntarle a qué viene ese golpe;
puedo decírselo a la profesora; puedo no hacer nada; puedo levantarme, correr y
darle yo. Pero en cualquiera de los casos soy la única responsable de lo que
hago, ¿o no?
M.:
hombre, visto así…
M.E.:
es así.
S.:
bueno, sí, pero es que si te dan… - hace un gesto con las manos como diciendo
que no se puede hacer otra cosa; la miro y me encojo de hombros mientras le contesto "siempre puedes elegir".
S.:
bueno...
Anna
se ríe ruidosamente mientras comenta “es que lo dices de una forma”, “suena
diferente” comenta Mapulay.
M.E.:
¿diferente a qué? - las miro con intención, sonrío suave - ¿diferente a lo de
siempre?
Nos
reímos todas. Es importante provocar para que rompan con las inercias de
siempre, que intenten algo nuevo y que, además, vean que funciona mejor, al menos
si quieren tener menos conflictos.