08 mayo 2014

Sin título

Salgo del gimnasio para acudir a la sala de profesores y me asalta Rosa, vuelve a entregarme una hoja de papel doblada.
Rosa: "Luego voy".
Sé que se refiere al aula de convivencia, no necesita decirme más.
Estoy nerviosa, creo que por fin me ha escrito el cuento. Abro la hoja, medio folio de papel cuadriculado, arriba una línea torcida, debajo, con mayúsculas "SIN TÍTULO". 
Lo leo con ansiedad, queriendo beberme cada letra, cada coma, cada palabra entre las líneas, esas que son como el lenguaje corporal, que no se dicen pero se ven y se entienden.
Aprovechó la idea que le dí y la protagonista es una hormiga, "Hormigaz", como ella cuenta: "con Z que mola más".
En apenas ocho líneas me habla de su necesidad de amigas, de la decepción de una amistad en la que confió y se sintió burlada, de la rabia, del miedo a nuevas amistades.
Por otra parte manifiesta carencias que no tiene, en el cuento hace dibujos para expresarse mejor, utiliza onomatopeyas, trivializa su situación, hace bromas. Es una historia llena de recursos y creatividad, corta, eso sí, pero llena, llenísima de contenido.
En el segundo recreo me apresuro para ser la primera en llegar al aula de convivencia.
Me siento y aparece Rosa, sonriente, un poco retadora.
Rosa: "Bueno, ¿qué?".
Le sonrío, me tomo un poco de tiempo y contesto.
M.E.: "¿Qué, de qué?".
Se ríe, se mueve en la silla, me mira con expectación y dudas. Le enseño el papel mientras nos miramos a los ojos.
M.E.: "Sigues creyendo en la amistad, aunque has tenido un desengaño muy fuerte".
Rosa: "Jo, claro, confías en alguien y se te ríe en la cara". Está muy enfadada, mientras lo cuenta cambia el tono de voz, desaparece su sonrisa y se llenan sus ojos de tristeza. Es lo que más me impacta, el brillo de su mirada es muy especial y se nubla al hacer ese comentario.
M.E.: "Pero sigues creyendo en la amistad, alguien también se ha portado bien contigo".
Se queda parada, me mira de nuevo con ese brillo que me gusta; intenta quedarse seria pero sus comisuras no le responden y sonríe.
Rosa: "¿Y tú cómo sabes eso?".
M.E.: "Me lo has dicho en tu cuento".
Rosa: "¿Ahí?", lo dice señalando con la mirada el papel que sigue en mi mano.
Contesto con la cabeza. Me mira, se ríe.
Rosa: "¡Venga!".
M.E.: "Que sí, me lo has contado tú. También me dices que te dolió tanto que hubieras querido matar a esa persona, pero no lo hiciste, (hago una pausa mirándola de nuevo a los ojos, hay sorpresa), y no has cerrado esa herida; te sigue doliendo porque tú nunca lo hubieras hecho".
Esto último lo añado por mi cuenta, conozco su nobleza, es brusca, pero clara y directa, no hace daño de forma gratuita y siente que se lo han hecho.
La sorpresa es total, solo le falta abrir la boca.
M.E.: "Empieza por sacar la rabia".
Rosa: "La mato".
Suelto una carcajada, es imposible mantenerse seria.
M.E.: "No, mujer, ¡cómo vas a hacer eso!; sácala de otra forma, sin hacer daño y sin hacértelo".
Rosa me mira sin decir nada, estoy desconcertada porque es una situación nueva; le doy su tiempo y espero a que diga algo.
Rosa: "Bueno, ya hablaremos otro día, me voy".
Y se fue, espero que retomemos el tema; es una chica preciosa, insegura, llena de energía, brusca y cariñosa, llena de contradicciones y genial.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...