24 noviembre 2015

¿Puedo pasar?

Esa era la pregunta de los profesores al intentar subir las tres escaleras de acceso al instituto.
Los alumnos se sientan allí amontonados, (cada uno en su sitio, eso sí; los mismos en idénticos lugares); y los profes saltando entre mochilas y piernas, o subiendo por la rampa para discapacitados. No era lo mejor, desde luego, yo le daba vueltas, "no puede ser que tengamos que pedir permiso para entrar al trabajo, los chicos tienen que verlo y reaccionar"; pero por más que se lo decía, nada de nada, cada mañana la misma pregunta: "¿Puedo pasar?".
Decidí en un momento dado pasar a la acción y le pedí al secretario un spray para hacer una pintada, aunque me conoce puso cara rara y me pidió un poco más de concreción, así que le expliqué con detalle mi idea de crear un camino en las escaleras para que los chicos no se sienten ahí y podamos pasar los profesores. Sonrío aliviado y a los dos días tenía en mi casillero un bote de spray "amarillo fosforito", me sentí encantada.
Pero terminó el curso y no encontré el hueco para realizar mi obra de arte. 
En este curso lo tenía todo más organizado y ataqué desde el primer momento. Preparé las huellas en casa, recortando un cartón con una pisada de mis zapatillas deportivas, cuando lo tuve terminado me presenté ante mis tutorados (4º A) y con cara de complicidad les dije:
M.E.: "Mirad lo que tengo", mientras sacaba de mi mochila el spray.
Como no podía ser de otra forma, acaparé su atención y les mostré entonces las plantillas, la del pie derecho y la del izquierdo.
Sonreía por dentro y por fuera viendo sus caras de asombro y su desconcierto, entonces decidí explicarles qué era todo eso. Les hizo gracia la idea, algunos pensaron que no serviría para nada, otros que sí, en fin, variedad de opiniones.
M.E.: "Pero necesito ayuda, yo sola no puedo hacerlo bien, ¿alguien se ofrece?"
Con una sonrisa preciosa se ofrecieron más de la mitad de la clase. Les invité a bajar, a pedir periódicos en conserjería, todo en silencio; silencio que no cumplieron, como era de esperar, la situación era tan diferente y divertida que no pudieron, ni intentaron, controlar demasiado su entusiasmo.
Eran demasiados para intervenir a la vez así que nos fuimos turnando. Yo expliqué bien lo que deseaba hacer para evitar "chapucillas".
Lo cierto es que en menos de 20 minutos la obra de arte estaba terminada. Nos sentimos realmente felices al contemplarla.
Subimos al aula y decidimos hacer unos carteles en los que pusiera recién pintado o algo así para llamar más la atención sobre la nueva decoración de la escalera de entrada. No hacían falta porque la pintura seca muy rápido, pero nos apeteció reforzar lo hecho y que todos los chicos vieran esas huellas.
Llamó la atención los primeros días, de hecho la primera mañana encontré la escalera diáfana de alumnos, me sorprendió tanto que les pregunté por qué no se sentaban ahora en ella y me contestaron que:
Laura: "Es que habéis pintado eso en el suelo".
M.E.: "Pero solo en ese trocito, para que nos dejéis pasar".
Se miraron entre ellos con cara de sorpresa. ¡Qué drásticos son los adolescentes!, o todo o nada.
Al día siguiente ya estaba cada uno en su trocito de escalera, pero respetando el pasillo. Los profesores se alegraron de no tener que pedir permiso para entrar.



EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...