27 noviembre 2012

¡Estos virus!

No tengo las historias preparadas de antemano, las improviso un poco haciendo recuento de lo que me va pasando a lo largo de la semana. Otras veces guardo las historias para mas adelante esperando poder contar un final mejor. Decidí escribir el martes por la noche y publicar el miércoles, el día de Mercurio, el mensajero de los dioses; no tengo aspiraciones tan altas, pero la simbología me gustó y así lo hago.
Hace poco no pude escribir, pasé el día entre la cama y el sofá con nauseas y otros síntomas gástricos incómodos. El día siguiente me sentí mejor y fui a clase, pero está claro que mi recuperación no era completa, creo que no tenía muy buena cara porque todos me preguntaban ¿qué tal estás?, ¿ya estás buena? y yo les contestaba que mejor, pero buena del todo no.
Una compañera, Alicia, me pregunta qué me pasaba, yo le comento que el estómago:
A.: "Un alumno mío se tuvo que ir a casa el lunes porque también estaba mal, creo que era un virus".
¡Ese era el culpable!, el virus, y voy y lo pillo o me pilla él a mí, no lo tengo muy claro.
Llego a clase y les comento a los alumnos que no estoy muy bien y que solo voy a dirigirla. Los de 2º aun no tienen bastante confianza y me preguntan que por qué no me quedo en casa, que ellos lo hacen, (como si no lo supiera, y por mucho menos) y no puedo evitar entrar al trapo como un vitorino:
M.E.: "Es que vosotros sois flojos, yo no".
- "¿¡Qué somos flojos!?"
M.E.: "Mucho, yo estoy preocupada pensando quién me pagará la jubilación, porque vosotros... no se yo".
Unos se ríen, otros me miran raro, otros se sorprenden, la mayoría no sabe si hablo en serio o en broma y me acaba entrando la risa.
M.E.: "Venga, al patio que perdemos tiempo".
Y ya nos reímos todos.
Mientras vamos se acerca Jorge y me dice: 
J.: "Yo también estuve así el domingo" 
M.E.: "¿Con nauseas?"
J.: "Si, pero devolviendo. Me dolían las tripas un montón y la cabeza"
M.E.: "No me extraña, ¿ya estás bien del todo?"
J.: "Si, pero devolví un montón de veces, iba cambiando de color lo que sacaba - Jorge, como muchos de mis alumnos, tiene un punto escatológico muy marcado - al final ya no tenía nada que vomitar, bueno y también me pasé un montón de veces al water"
M.E.: "¡Qué ajco!, ¿no?"
En realidad pretendía cortar sus descripciones, me preocupaba lo que podía seguir. Unas chicas que nos acompañan se ríen y luego se apuntan a comentar enfermedades.
Lucía: "María tiene varicela, mi madre dice que no recuerda si la he pasado, ¿me puedo contagiar?"
M.E.: "¿Para qué vas a coger eso?"
Lucía: "No sé, es que este finde lo pasamos juntas"
M.E.: "En ese caso tienes muchas posibilidades"
Marta: "Yo sí que la he pasado. Yo tengo anginas muchas veces y cuando empieza a hacer frío siempre me pongo mala y con mucha fiebre"
Sara: "Yo cogí un virus el año pasado y estuve con la nariz tapada una semana" 
Andrés: "Yo tengo la espalda mal, por eso no vine el otro día, me están haciendo radiografías para ver qué me pasa"
Marta: "Es que tú eres flojo"
La miro con aire de recriminación y se muere de la risa, creo que le gusta Andrés y es una forma de que él se fije en ella.
Fabio: "Pues a mi no me duele nada"
Me paro en seco, lo miro con los ojos muy abiertos y le digo "no me lo puedo creer, un alumno sano". Me mira con sorpresa, no sabe si es bueno o malo, ser diferente no cae bien, la situación es un poco ambigua, nos reímos.
M.E.: "¿Os habéis dado cuenta de que estáis presumiendo de estar enfermos?. Venga, jugamos a gavilán para calentar y yo voy preparando el material"

En el momento en que se propone un juego se les olvida todo, corren, gritan, se ríen. No deja de parecerme curioso eso de presumir de estar enfermos. 

20 noviembre 2012

Cuando hay pérdidas - 2

Todavía me quedan dos fases, miro a mis alumnos y están algo serios, interesados, a alguno se le han enrasado un poquito los ojos al escuchar mis comentarios; varias chicas están llorando. Veo a Cristina que lo hace abiertamente, si esconderse ni avergonzar se, le ofrezco un pañuelo de papel, me mira con sus preciosos ojos azules que brillan como dos estrellas por las lágrimas, me sonríe y dice: "no, gracias, yo tengo" y sigue pendiente de lo que les cuento.
Reconozco que me replanteo durante unos segundos mis siguientes palabras, pero no dudo, voy a hablar más en primera persona, al fin y al cabo yo sé perfectamente lo que es una pérdida.
"La siguiente sería el dolor, la tristeza, el aislamiento; ¿recordáis que había dos emociones abiertas: alegría y rabia, y dos cerradas que eran tristeza y miedo?. En la fase anterior de rabia podemos enfadarnos con todo y con todos y expresarlo con el cuerpo, hacer una pintada, gritar,..., pero ahora estamos en la tristeza y os aseguro que lo que más ayuda es llorar, no os avergoncéis, llorad, hacedlo sin reparos".
"Ya sé que los chicos no lloran - busco con la mirada la complicidad de algunos chicos y la consigo, sonríen y afirman con la cabeza - ¿por qué no?, ¿no sienten?. Creo que todo ésto viene porque en el siglo pasado se presumía de que eramos animales racionales, era la razón lo que nos diferenciaba de los animales, ellos tienen instinto y emociones, pero no razón. Por eso se consideraba bueno, positivo y fuerte ser racional y todo lo contrario ser emocional. Ahora ha cambiado el concepto, pero seguimos arrastrando parte del mensaje. Tener emociones solo nos hace persona humana, y más completa si podemos pensar y emocionarnos con libertad".
Respiro hondo, no me va a resultar fácil pero allá voy. "A principios de año se casó mi hijo mayor y una tarde, en medio de todos los preparativos, recordé que ninguno de mis dos hermanos iba a estar allí, no íbamos a poder compartir un momento tan fantástico y divertido como era la boda de mi hijo, y pasé una tarde entera llorando, me movía por casa y hacía cosas, pero no dejé de llorar". Consciente de que me he emocionado lo pongo sobre la mesa: "No me importó llorar entonces, ni me importa emocionarme ahora, no por eso soy débil, solo soy capaz de sentir dolor y expresarlo, y compartirlo". Soy muy vehemente y mi mensaje y mi emoción les ha contagiado, no era eso lo que buscaba, vuelvo a respirar hondo.
"¿De verdad pensáis que no expresar las emociones es mejor?". Están un poco sacudidos y contestan con la cabeza, niegan. 
"Estamos en una sociedad que valora lo que hacemos, por eso cuando alguien lo pasa mal tendemos a pensar: ¿qué puedo hacer? y, a veces, NO HAY QUE HACER NADA, solo hay que ESTAR". Coloco en mayúsculas las palabras que recalco con mi entonación.
"Cuando estás muy triste, a veces, no tienes ganas de nada, no sabes lo que quieres, pero sabes que necesitas apoyo; y saber que hay alguien a tu lado es muy, muy bueno, no hace falta nada más. En esta fase hay que acompañar y apoyar a la persona, nada más y nada menos".
"Recordad cuando, estéis con Carmelo, que debéis adaptar vuestro nivel de energía al suyo. En ocasiones nos parece que llegar con mucha energía le va a ayudar, pero no es así, si llegáis muy fuerte se sentirá agredido, invadido, incómodo y solo os ganaréis su rechazo. Entrad despacio, dadle tiempo".
"Llegamos a la última, para mí es la más difícil, la adaptación a la nueva situación. Hay que volver a la realidad, a la NUEVA realidad, ya nada volverá a ser como antes y debemos de acostumbrarnos a esta situación que, de momento, es diferente, dolorosa y difícil".
Les miro, pregunto si hay dudas o aclaraciones pendientes, niegan y cambiamos de tema, me parece suficiente.
Al llegar a casa, al volcar los papeles en el plato, no puedo evitar abrir alguno, solo tres, al azar, los leo y me emociono. Son geniales, ¡qué bien han sabido expresar la rabia!, alguna, porque seguro que era una chica, incluso las dudas, el dolor y la incertidumbre.
Les pregunto unos días después si les ayudó esta charla sobre el duelo y todos y todas me han dicho que sí, que el mensaje era claro y les ha ayudado.
Son geniales, merece la pena trabajar con ellos.

12 noviembre 2012

Cuando hay pérdidas - 1

Paso cerca de Jefatura (está junto al aula de convivencia) y me hacen un gesto, voy y me comentan que se acaba de ir Carmelo, (un muchacho de mi tutoría) que ha venido a buscarlo su hermana porque ha muerto su madre. Sacudida por la sorpresa pregunto:
M.E.: "¿Estaba enferma?, no sabía nada"
J.E.: "No, ha habido alguna complicación en una operación rutinaria"
M.E.: "Vale, gracias por decírmelo"
Quedan tres horas de clase y sé que no podré quitármelo de la cabeza. Intento parar un poco, respirar y pensar; ¿lo sabrán ya los compañeros?, no es probable, acaba de suceder y nadie ha dicho nada, mejor, que no cunda el pánico, una noticia así se vive muy mal. A última hora tengo atención educativa en 2º y su aula está la lado de la de Carmelo, creo que será un buen momento para decírselo a los compañeros, que esta tarde no le llamen como si nada. 
En la última hora los alumnos de 2º me piden permiso para estudiar, tienen un examen mañana, les dejo. A lo largo de la hora varios alumnos me preguntan si me pasa algo, estoy callada y triste y eso no es normal en mí. 
M.E.: "Es cierto, estoy triste y no tengo ganas de hablar, ya os lo contaré, gracias por preguntarme"
Sigo corrigiendo trabajos y pensando en él, me parece injusto que la vida te arrebate a la madre cuando eres un adolescente. Acaba la clase y salgo como una flecha, en el pasillo encuentro a mis chicos y les pregunto:
M.E.: "¿Sabéis lo de Carmelo?"
Diego: "Se ha ido antes del recreo"
M.E.: "Ha muerto su madre, cuidádmelo"
Sara: "¡No puede ser, yo la conozco!"
M.E.: "¡Cuidádmelo!"
Va pasando la noticia de unos a otros, alguna niña llora, es muy amiga suya; los chicos no saben cómo reaccionar, es un momento de total sacudida y desconcierto emocional. Algunos me preguntan qué ha pasado y solo puedo comentarles que ha sido una complicación de la operación, que nadie lo esperaba.

En casa recuerdo la muerte de mi hermana, ¡ya hace doce años!. La viví mal, fue una pérdida muy dura para mí y me costó hacer el duelo por eso pienso en mis chicos y decido hablar con ellos en la hora de tutoría, es el viernes y Carmelo aun no estará.

Han sido días de dolor y tristeza, una alumna me comentaba "es que esto es muy raro"; tenía razón, afortunadamente es poco frecuente. Entro en clase dispuesta a comentar algo sobre las "pérdidas". He preparado las fases del duelo adaptándolas a ellos y creo que les va a venir bien. Miro a los alumnos y les digo: 
"Aprovechando que no está Carmelo vamos a hablar de pérdidas - me miran un poco sorprendidos, pero yo sigo-. No solo de cuando perdemos a alguien querido, también podemos perder nuestra vida normal, mirad a Yolanda, (es una niña que va en silla de ruedas), o cuando te dicen que tienes un cáncer. Siempre hay una pérdida, pierdes la salud, la movilidad, una persona querida. Quiero que hablemos de esto porque yo he perdido a mis hermanos, a mi hermana hace 12 años y mi hermano hace 4. Cuando murió mi hermana yo no estaba preparada y lo viví mal, muy mal, no sabía qué hacer con mis emociones. En este tiempo he trabajado mucho mis emociones y la comunicación, por eso os quiero comentar algunas cosas, porque pienso que pueden ayudaros".
"Hay cuatro fases principales en el duelo, la primera es la negación, se suelen decir frases del tipo: "no puede ser verdad", "se han equivocado",... Nos cuesta aceptar una noticia dura y por eso la negamos, poco a poco la aceptaremos porque la vida no nos va a dar otra opción que aceptar la realidad si o si, pero de entrada es difícil". Están algo pasivos, participan poco pero me atienden sin casi respirar y asienten con la cabeza o una sonrisa. "En esos momentos lo importante es no forzar a la persona a que lo acepte, tampoco le mintáis, pero no le obliguéis, ya le llegará el momento de hacerlo. A mi hermana le operaron de cáncer, unos días después de la operación me miró a los ojos y me preguntó: "Mª Eugenia, ¿lo mío era un cáncer?", "¿Tú qué crees?", "Que sí", entonces se lo confirmé, ella estaba preparada para saberlo, lo hice por intuición; ahora sé que hay que hacerlo así, cuando la persona está preparada. La vida nos pone la realidad si o si en las narices para que la aceptemos, no nos vamos a escapar". 
"La segunda es la de la rabia, la ira, la culpa. En esta fase estamos enfadados con el mundo entero, es el momento del: "¿Por qué a mí?". Lo bueno es sacarla, permitirnos sacarla, pero sin que nos cueste energía, sin quedarnos agotados, el universo se mueve evitando los gastos de energía inútiles y por eso yo os voy a proponer que saquéis la rabia sin alteraros. Les entrego una hoja de papel, de sucio, y les pido que escriban frases, les pongo tres ejemplos en la pizarra: "la vida es una p... m...", "esto no es justo", "estoy muy enfadada con todo el mundo por lo que me ha pasado". Me vuelvo, les miro y comento: "podéis poner tacos, palabrotas, decid lo que os de la gana, lo que necesitéis, es bueno permitírselo, sacad la rabia sin reparos". Algunos me preguntan:
Juanjo: "¿Hay que leerlo luego en voz alta?"
M.E.: "No, es solo para vosotros"
Clara: "¿Hay que poner el nombre?"
M.E.: "Claro que no, solo quiero que saquéis la rabia sin límites"
Les doy un tiempo. Algunas niñas empiezan a escribir y lloran, me parece positivo, están sacando fuera, de eso se trata. Les pido los papeles bien doblados. Los echo en una papeleta: "Ahora los quemaría, para que la rabia desaparezca por completo; pero no lo voy a hacer aquí, tendríamos problemas,(sonríen), me los llevo a casa y lo haré allí".
Creo que esta entrada va a quedar muy larga si continúo, así que el resto os lo cuento la semana próxima.

07 noviembre 2012

El espíritu de la rabia

Me comenta Jefatura de Estudios que hay dos alumnos de 1º de ESO que se han peleado y me sugieren que les proponga una mediación. Pregunto quienes son: "Sata (no soy capaz de escribirlo en su idioma original) y Cosmin", acepto.
El primero es un muchacho que a pesar de haber nacido y crecido en España no puede ocultar su raza ni el origen norteafricano de su familia. Repite primero, en el curso pasado ya nos conocimos en la misma situación; tenía problemas con una compañera a la que se dedicaba a molestar con todo tipo de comentarios entre clases y durante las mismas, lo que nos llevó a mediar y mejorar la situación. Llegó a tal punto la mejora que a final de curso se pedían los apuntes el uno a la otra y viceversa. En dos ocasiones más estuvimos hablando de su forma de relacionarse. Una de ellas en una expulsión interna, mientras le ayudaba con los ejercicios de matemáticas conversábamos. Me gustó que empezara a mirarme a la cara mientras contestaba a mis preguntas o me manifestaba su desacuerdo con mis opiniones.
El otro alumno es inmigrante, también repite primero, por eso nunca le di clase y solo lo conozco por referencias. Es un muchacho muy retraído cuando habla con adultos y algo agresivo con sus compañeros.
Convoco a Sata, es puntual, nos miramos y sonreímos, no es la primera vez que nos vemos en el Aula de Convivencia y ya sabemos como manejar la situación. Le pregunto qué pasó y me dice que:
S.: "Cosmin me insultó, me dijo de todo en clase de francés y yo me enfadé y le pegué"
M.E.: "¿Estabais en clase?"
S.: "Si".
M.E.: "¿Con la profesora dentro?"
S.: "Si, pero no se enteró de nada - me lo dijo con dolor, se notaba en su tono de voz, además me miraba a los ojos mientras lo decía - y Cosmin me llamó moro de mierda y luego se cagó en mi madre".
M.E.: "Eso es lo último, seguro que te dolió mucho, comprendo que te enfadaras tanto".
Necesitaba empatizar con él, que se sintiera comprendido, iba a preguntarle muchos detalles y necesitaba que me viera cercana para que no se cortara.
M.E.: "Quiero que me cuentes algunos detalles para que yo lo pueda comprender bien, quisiera que fueras muy sincero, ¿vale?" - Asiente con la cabeza y continúo - "¿Hubo algún problema para que te empezara a insultar?"
S.: "No".
M.E.:"Vale, empezó porque sí y fue aumentando los insultos para provocarte"
S.: "Si, primero me tiró papeles, luego, como no le hacía caso empezó a insultarme".
M.E.: "¿Estáis sentados cerca?".
S.: "No, hay una mesa entre medio, la de Vanessa".
M.E.: "¿Se acercó a ti para insultarte?".
S.: "No, fui yo a su mesa".
M.E.: "Pero, ¿tu también le insultarías?" - me mira sin reaccionar y yo insisto - Normalmente no te pegas de entrada, primero insultas y luego pegas, ¿no?, ¿le insultaste?".
S.: "No lo recuerdo, en ese momento estaba tan enfadado que no recuerdo nada, pregúntale a Cosmin, lo que él te diga es verdad".
Me lo dice con dulzura, dándose cuenta de lo "poseído que estaba por el espíritu de la rabia", tanto que no recordaba una parte de lo sucedido. Pero me sorprende contestándome con una nobleza fuera de lo común, con una sinceridad aplastante y con mucho, mucho valor, ha dejado en manos de su "enemigo" la verdad de una parte de lo que sucedió. Reconozco que en momentos como éste me siento genial, que un niño de 13 años sea capaz de responder como él me deja sin palabras.

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...