M.
E.: Voley
Cristina:
“co..”
Abro
muchísimo los ojos con expresión de sorpresa e incredulidad y miro a Marta mientras
le pregunto:
M.
E.: ¿ha dicho corcho?
Las
dos se ríen y me contestan con todo el cuerpo: “si”, nos reímos.
Tienen
prohibido decir tacos en mi clase y jugamos con las palabras para hacerlos
evidentes, procuro que los reproches no cansen. Comentarios del tipo “señorita,
o caballero, modere su lenguaje” les hacen reír y evidencian las palabrotas,
tanto que en un par de meses cuando alguien dice una palabra prohibida, otro le
comenta: “modera tu lenguaje”, se crea un ambiente simpático y son conscientes,
aunque no reduzcan lo suficiente las palabras
inadecuadas.
Intento
hacer callar al resto del grupo y comento: “venga que hoy hace bueno y podemos
jugar a voley”. Aun no he terminado de decirlo y tengo a los chicos haciendo
grupos y dispuestos a sacar el material, pero las chicas ponen mala cara y una
de ellas…
Eva:
¿a voley?, co…
Repito
la operación, mirando a las compañeras de Eva y vuelvo a preguntar:
M.
E.: ¿ha dicho corcho?
Jeni:
“no, ha dicho co..”
Se
ríen todas, hago un gesto para decir ¿en qué quedamos?, se vuelven a reír y Eva
que es una muchacha muy alegre, ruidosa, buena estudiante, explosiva,
impulsiva, un torbellino de energía y hormonas aunque educada, en fin, un
encanto como casi todas:
Eva:
“no, no, bueno si, no, pero no, bueno, si”
No
puedo quedarme seria, estoy deseando saber por dónde sale, ¿en qué acabará
bueno si, pero no?.
Eva:
“si, he dicho co.., pero co.. no es un taco, está en el diccionario – todo ello
hablando alto y gesticulando mucho, me mira, es consciente de que se está
metiendo en un lío, se ríe abiertamente – bueno, no es que yo me dedique a
buscar esas palabras en el diccionario.
M.
E.: ¿otras si?
Eva
me mira, se muere de la risa y me dice “he dicho corcho”.
Paso lista entre risas y nos vamos al patio
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