25 marzo 2013

Mañana haremos magia


Me busca Dominica, una preciosa niña que apareció en el centro a mitad del curso pasado porque murió su madre y se rompió toda la estructura familiar. Es una morena pecosilla de pelo largo y liso, con una sonrisa encantadora. Buena estudiante, educada, sensata. Pero con una herida abierta difícil de cerrar.
Vino a Pedrola a vivir con sus hermanos mayores, los servicios sociales consideraron que su padrastro podría no tratarla bien. Dejó la capital, sus hermanos pequeños, su instituto, sus amigos,…, su vida entera se fue con su madre.
El curso pasado yo disponía de más horas complementarias y pasé muchas de ellas con Dominica, escuchándola, animándola, queriéndola (es imposible no hacerlo cuando la tienes cerca y la conoces solo un poquito). Este curso me limito a buscarla de vez en cuando y a darle un abrazo las pocas veces que nos cruzamos por el pasillo; me da igual que nos miren raro los demás alumnos, a ella también le da igual, de hecho creo que hasta nos gusta.
Me buscó, como dije al principio, para decirme:
D.: “Esta vez la he c... de verdad, esta vez es la última, ya no hay nada que hacer”.
Lo comentaba mientras miraba el suelo con los ojos llenos de tristeza.
M.E.: “¿Pero qué ha pasado?”.
Me sentí alarmada, nunca tan negativa, nunca tan triste, debía ser algo muy gordo. Al final todo quedó en un nuevo enfrentamiento con su hermano, no muy diferente de los anteriores, pero que sumado, parecía la puerta del fin del mundo. La calmé y planeamos una nueva estrategia de reconciliación que me aseguró seguiría al pie de la letra.
Pocos días después coincidió una hora libre mía con otra en la que podía pedir a la profesora  que le impartía clase, que me dejara hablar un rato con Dominika, sin problemas. Nos fuimos a la cafetería del insti y hablamos, todo estaba mejor, comprendió que no fue tan grave el problema, que solo le había pillado en mal momento. Su mirada no era tan triste, pero se me ocurrió una idea y le dije:
M.E.: “Mañana te busco y haremos Magia”.
D.: “¿Magia?”.
La sorpresa hizo que se borrara esa nube de tristeza de sus ojos mientras me dedicaba una sonrisa digna del mejor cuadro.
M.E.: “Si, Magia. Magia es poder cambiar las cosas y nosotras lo haremos”.
A pesar de sus peticiones no le conté nada, quería que todo fuera una sorpresa.
Por la tarde visité a una exalumna encantadora que tiene una floristería junto a mi casa, siempre hemos tenido buena relación, cuando fue alumna y después. Elegí una maceta preciosa llena de flores violetas y le conté la historia de Dominika mientras ella me preparaba  … una tarta, la maceta parecía muchísimo más, llena de detalles, hasta le puso una piruleta de corazón. Mientras la miraba (y admiraba su empatía y el cariño que volcaba en una niña que ni conocía) pensé, por qué no salen estas cosas en la tele, nos daríamos cuenta de que el mundo es mucho más bonito de lo que nos lo pintan los telediarios.
Al día siguiente estaba deseando que fuera segunda hora, llegó y busqué a Dominica:
M.E.: “Vamos, que voy a firmar el permiso, quiero que nos vayamos fuera, al parque”.
Yo llevaba una bolsa de papel perfectamente cerrada y una vez allí saqué una flor también de papel, que tenía preparada con 4 pétalos, y un bolígrafo.
M.E.: “Vamos a transformar la tristeza en otra cosa – me miraba expectante, justo lo que yo quería – escribe en cada pétalo algo que te produce tristeza, discutir con tus hermanos, perder el novio, por supuesto, la muerte de tu madre,... lo que quieras, pero no hay más de cuatro pétalos”.
Escribió sin dudarlo, yo enroscaba cada pétalo y lo convertía en un churrillo.
D.: “Los voy a llenar todos”.
M.E.: “Vale, pero solo hay cuatro”.
Cuando terminó abrí la bolsa, vio la maceta, su rostro fue suficiente para saber que le gustaba, la saqué y le pedí que metiera cada papel en la tierra, así transformaríamos la tristeza en preciosas flores como ella.
M.E.: "Si la maceta sigue floreciendo la tristeza se transforma, y si se seca la tristeza se secará con ella, de cualquier forma desaparecerá".
Entre nervios, sonrisas y abrazos pusimos los papeles en la tierra, hablamos un ratito sentadas en el banco de madera y volvimos al instituto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL CONFLICTO - 5 La lucha de poder (globos)

Al hablar de conflicto con el alumnado les pongo un ejemplo:  Imaginad que llego a clase y le digo a mi amiga, "mira qué zapatillas más...