22 febrero 2017

Para San Valentín

Martes 14, es un día tranquilo, afortunadamente tengo un hueco en el horario y puedo organizar papeles, encargar fotocopias, preparar exámenes o corregirlos, hablar un rato con los compañeros,... Agradezco mucho los huecos, para mí son importantes y como tengo muy pocos este curso, aun los disfruto más.
Termina la segunda hora y empieza el recreo, estoy en la sala de profesores haciendo no recuerdo qué y aparece una alumna en la puerta preguntando por mí; ya no le doy clase, pero con un gesto de su mano me invita a salir. Está colocada en el lado derecho de la puerta y cuando llego a ella sonríe de forma pícara y señala el otro lado con la cabeza, me giro y la veo, Ella estaba allí, nos fundimos en un abrazo magnífico, largo, cálido.
Ella es una niña preciosa, bueno, ya casi una mujer. He escrito muchas anécdotas suyas, mías con ella, es genial. Hace un par de años que dejó el instituto pero seguimos en contacto, hablamos por wasap, nos vemos alguna vez cuando ella viene a Zaragoza, nunca hemos perdido el contacto ni lo vamos a perder, hay relaciones que ya no se terminan.
Nos saludamos, nos alegramos de vernos y de poder hablar un poco, hay mucho jaleo en la puerta de la sala de profesores porque al lado están los baños de los alumnos, la puerta de salida al patio, mucho jaleo y mucho ruido. Paro un momento y recuerdo las salitas para recibir a los padres así que les pido con cara de complicidad que me acompañen y entramos en una que está libre.
Nos reímos porque ellas nunca habían estado allí, hacemos alguna broma con la elección del lugar en el que nos vamos a sentar y por fin nos acomodamos.
Antes de poder preguntarle como está me entrega una gran bolsa de papel, sorprendida la abro y encuentro una rosa roja, una pinza con mariposa que he utilizado para poner una foto que tengo con mi hijo pequeño, un reloj precioso (que ahora utilizo en las clases, con una correa de cuadros rosas y rojos que me obliga a combinar con las sudaderas; bueno, no me obliga, pero queda más mono si lo combino un poco) y un vaso chulísimo que he colocado junto a esta mesa del ordenador donde trabajo en mi casa.
Hablamos un ratillo, se está examinado del carné de conducir, ese día tenía el teórico y tras pedir permiso en el trabajo le avisaron tarde de que lo cambiaban a otro día, y en vez de irse a dar un paseo o de rebajas para ella, viene y me trae un montón de regalos. 
¿Como se le da las gracias a alguien que te regala su cariño?, me sentí halagada y feliz, pero al mismo tiempo impotente para expresar toda la alegría y el cariño que sentía por ella.
Seguimos hablando y riendo hasta que terminó el recreo y tuve que ir a dar clase. Para despedirme le di otro interminable abrazo y un beso grandísimo a la compañera que la trajo hasta mí y me dio la gran sorpresa, se van sonriendo y hablando de sus cosas; yo intenté centrarme en la siguiente clase.
Llegué al gimnasio con la bolsa y entré en nuestro cuartito y le enseñé a Pilar todos los regalos, le encantaron y, sonriendo, me dijo que me los merecía, yo también sonreí mirándola. Pilar es otro regalo que me ha hecho la vida, supongo que también me la merezco y, desde luego, no la cambio por nadie.
Me pasé la mañana flotando, no puedo evitar emocionarme cuando tengo la visita de algún exalumno que viene a saludarnos. La mayoría lo hacen con un punto de nostalgia, ahora, con el paso de los años, se dan cuenta de lo bien que estaban en el insti, de lo bien que lo pasaron, de los pocos problemas de esa época, las risas, las bromas, aquél profesor que gritaba mucho o aquella que les decía cosas raras, o esa otra a la que le tomaban un poco el pelo y le mareaban con los exámenes y los retrasaban hasta el límite de las fechas, aquella excursión en la que se perdió alguien, mil anécdotas que recuerdan con cariño y un toque de morriña.
Esta vez soy yo la que tiene nostalgia de los abrazos que le daba a mi niña cuando la encontraba por los pasillos, de aquellas horas paseando y hablando, de las veces que le renegaba por no hacerme caso y ella me pedía perdón, de las veces en que era yo quien se disculpaba por no haber podido estar más tiempo con ella. Pero lo doy todo por bien empleado al verla ahora con sus estudios terminados, un trabajo con buenas perspectivas de futuro, su novio que la adora y toda una vida feliz por delante. Creo que ha sido un San Valentín perfecto para mi.

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