08 diciembre 2015

Una caja llena de mariposas

Hace ya cuatro años que la conocí, he escrito sobre ella en varias ocasiones. 
Sé que no es lo adecuado, pero dejé que entrara en mi vida poco a poco; fui haciendo mío su dolor, su vulnerabilidad, su dulzura, esa sonrisa tímida y llena de encanto.
Vivía con su madre, su padrastro y dos hermanos pequeños, jugaba fútbol y tenía una vida relativamente feliz. Pero su madre enfermó y desapareció llevándose toda su realidad con ella, "Ella" (he decidido no ponerle nombre) cambió de ciudad, de hermanos, fue a vivir con dos hermanos mayores, una cuñada y un sobrino; cambió de instituto, de compañeros, de profesores, con 13 años su vida dio la vuelta como un calcetín.

Recuerdo que al llegar al instituto me dijeron que hablara con Ella, por si la podía ayudar, me acerqué, hablamos y a los 5 minutos comprendí que era una niña preciosa, como una flor que han trasplantado de maceta y se debe acostumbrar a la nueva tierra, a la luz, al agua, la temperatura. Necesitaba tiempo para todo y no lo encontraba. 
Yo no sabía qué hacer para ayudarla y se me ocurrió pedirle un abrazo, me lo regaló y desde entonces, cada vez que nos cruzamos nos regalamos otro.
Ella solo necesitaba cariño, seguridad, solo necesitaba a su madre y tiempo para asumir que ya no estaba y que tenía que aprender a vivir sin ella.

Sé que no es lo adecuado, ya lo he dicho, pero dejé que entrara en mi vida y entré sin quererlo en la suya. Tras cuatro años de abrazos, confidencias, ánimos y regañinas hemos establecido una relación preciosa, casi tanto como Ella. Este verano me pidió un favor personal y se lo hice, (me resulta muy difícil negarle algunas cosas,..., muchas,..., me resulta casi imposible decirle no).
Fue a su país a gestionar unos documentos y al volver me llamó y me dijo que tenía algo para mí.
¿Para mí?, me trajo una cartulina rosa fucsia y una caja llena de mariposas, la abrí y encontré dentro una ratita rosa y azul con una larga cola para añadirla a mi llavero. No leí la cartulina, me conozco y sabía que iba a llorar así que la abrí en casa. Me daba las gracias con todo su encanto, con ese que tiene incluido en cada poro de su piel y de su alma. Me escribió dos cosas que no podré olvidar y añadió que era un desastre, ¿desastre?, no, solo es una adolescente, una adolescente más perdida que la mayoría por sus difíciles circunstancias personales. 

Además, ya lo sabemos, para ser una preciosa flor o una mariposa llena de colores, hay que pasar inevitablemente por una fase de "capullo". Y Ella ha sido el capullo más bonito que conozco y se ha convertido en la flor más preciosa del jardín.

3 comentarios:

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  2. Qué grande eres Cuca!! Y cúanto te echo de menos...

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  3. Y yo a tí, te sigo en facebook. Tenemos que quedar un día para tomarnos una caña y hablar mucho rato.

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