15 noviembre 2013

Lo que desconocemos

Esta semana ha sido un poco extraña, el miércoles tenía algo de tiempo en el instituto para corregir exámenes y organizar las notas, pero el miércoles cuando estaba en el aula de convivencia durante el recreo ha aparecido Robert y me ha preguntado si podíamos hablar, no he dudado en dejar de lado lo que tenía en mente y le he dicho que sí.
Es un muchacho alto, delgado, algo pelirrojo, muy guapo y que baila mejor de lo que estudia a pesar de tener una gran cabeza para aprender lo que desee sin esfuerzo. Llegó a Pedrola con su hermana, una muchacha excepcional, increíble, en los tres meses de verano consiguió un nivel de español casi perfecto, inteligente, guapa, alegre, madura, era una auténtica joya, hizo Secundaria y Bachillerato sin ningún problema y se gano mi simpatía y la de todos los profesores que tuvimos la suerte de darle clase. Estudió Químicas, volvió a su país, se casó y tuvo una niña. Robert me tenía informada porque conoce el gran cariño que tengo a la familia.
Al comenzar el curso me comentó que su cuñado estaba muy mal, que había tenido un derrame cerebral y estaba en la UCI. Le pregunté a veces y me decía unas que peor y otras que estable. Ayer, cuando entró no pensé nada, pero comprendí por su expresión que pasaba algo importante, se sentó a mi lado, triste como no lo había visto jamás y con los ojos enrasados me comentó.
R.: "Se ha muerto mi cuñado".
No reaccioné, tenía una manzana en la mano y me limité a dejarla sobre la mesa y seguí mirándole.
R.: "Murió ayer, mi madre se ha ido a Polonia a estar con mi hermana, se pasa el día llorando y no come nada".
M.E.: "¿Estás solo aquí?".
R.: "No, con mi primo".
Me acerqué y le abracé, él también necesitaba a su madre. Su padre es camionero y está poco tiempo en casa, no puede contemplarlo ni consolarlo. 
Me contó que habían surgido muchas complicaciones y que no las superó. 
Le dije que nos fuéramos a dar un paseo, aunque soplaba bastante cierzo la temperatura no era mala y pensé que un poco de aire libre nos ayudaría a despejar ideas.
Afortunadamente tenemos amplias zonas verdes, porches, espacio para pasear tranquilamente porque Pilar, mi compañera no tenía clase en el patio y así nadie nos veía.
Comenzó a contarme lo importante que ha sido siempre su hermana, cómo le ayudó y apoyó siempre. Doy fe de ello, cuando Robert se matriculó en el IES vino su hermana para pedirme que lo colocara en un buen grupo, me comentó quienes eran sus amigos para que alguno coincidiera en la misma clase. Me alegré tanto de verla, que ni quise ni pude negarle nada, hice cuanto me solicitó. Por eso no me extrañó que él sintiera el dolor de su hermana casi como propio, se lamentaba de no poder estar con ella para ayudarle a pasar este duro momento. 
R.: "Mi madre dice que la quiere traer un tiempo aquí a España para que se aleje un poco de los recuerdos. En su casa todo le trae recuerdos y lo pasa fatal". Habla perfectamente, llegó aquí con 3 años y ahora tiene 16.
M.E.: "Me parece buena idea, así tanto la niña como ella cambian un poco y se recuperan, sobre todo tu hermana".
R.: "Dicen mis padres que seguramente cuando termine el curso nos iremos a vivir otra vez allí".
M.E.: "¿Es definitivo?". La vida de Robert se ha desarrollado aquí, su infancia, su adolescencia, los amigos, las novias, todo está aquí, creo que el cambio es muy fuerte, por eso le pregunté.
R.: "No sé, es que han hablado mucho y no tienen claro lo que vamos a hacer".
M.E.: "Estoy segura de que lo pensarán y harán lo que crean mejor".
R.: "Sabrán elegir lo mejor".
Me encantó la seguridad que mostró sobre la capacidad de decisión de sus padres, sonreí y le comenté que harán lo que crean mejor, pero que seguirán teniendo dudas. Cuando se es padre o madre se toman muchas decisiones, pero siempre se siente el peso de la responsabilidad, las dudas sobre si será lo mejor o no para los hijos. De lo que no dudo es del cariño con que se hace.
Seguimos hablando mucho rato, poco a poco se fue derivando la conversación hacia otros temas, sus estudios.
R.: "Este año voy bien, he aprobado todos los exámenes, pero ahora... No tengo la cabeza para nada".
Hablamos de sus bailes, es un gran bailarín de jumpstyle, le dedica más tiempo a esta afición que a los estudios, pero hay que reconocer que se luce cada vez que hace una exhibición.
Terminó la hora, yo tenía clase y él también. Nos despedimos y reflexioné sobre la gran cantidad de cosas que les pasan a nuestros chicos y chicas y por desconocimiento no lo podemos tener en cuenta para echarles una mano, tenerles más paciencia, o simplemente, escucharles un rato mientras paseamos con el cierzo.

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