16 abril 2013

La ciudad y los taxistas

Sigo con los alumnos en el gimnasio, les digo que organicen 6 bancos en tres filas.
M.E.: "Veréis, esto es una ciudad, una ciudad del futuro donde todos nos desplazamos en taxis, nunca caminamos para desplazarnos de un sitio a otro" - me miran con intriga, eso es bueno - "ahora vamos a ver qué sitios tienes esta ciudad que nos gusten y podamos visitar"
Tamara: "un bar".
Todos se ríen, no lo entiendo bien, es normal que haya bares, en España nos relacionamos mucho en ellos.
M.E.: "¿por qué os reís?, a mi me parece bien. Hmmm..."
Les miro con intención, no saben de qué va; sonrío con picardía mientras miro a un muchacho despistado y encantador y escribo en un folio (de sucio) algo que ellos no ven, lo giro sonriendo y digo en voz alta: "Bar Cristian", se ríen, comentan y yo lo cuelgo en una esquina del gimnasio, en las espalderas.
M.E.: "más sitios"
Los he pillado un poco fuera de onda así que agilizo inventándolos todos, suelo poner los mismos cambiando el nombre y adaptándolo a los alumnos que tocan. "Gimnasio Fabián", "Modas Irene", "Cines Gloria". Coloco  los carteles en las esquinas del gimnasio.
Les explico que deben estar sobre los bancos, que llaman a los taxis y cuando estos se paran se colocan detrás con las manos en los hombros y van al lugar solicitado. Permanecen allí unos 20 o 30 segundos y vuelven a subir a un banco para acudir a otro sitio; así hasta que hayan recorrido toda la ciudad dos veces.
M. E.: "Vale, ahora necesito tres taxistas, - se ofrecen varios más, pero elijo dos chicas y un muchacho encantador que seguro será mi nuevo número uno - muy bien nosotros salimos un momento y cuando volvamos empezamos el juego, ¿alguna duda?, ¿alguna aclaración?, ¿seguro?".
Hago un gesto con la cabeza y los taxistas salen conmigo, nos vamos al vestuario de las chicas que tiene más luz y ahí les doy varias consignas para que ellos sepan a quien pueden o no parar.
M.E.: "Laura, tú solo para a los que lleven las zapatillas blancas, los que las llevan de colores te han atracado varias veces y no quieres saber nada de ellos. Si te llaman pasas de largo, no des explicaciones, solo pasa y paras a los que las llevan blancas".
Sigo con las consignas, a Luis le pido que solo pare a los que llevan vaqueros negros, los azules o de otro color no valen y a Ana que pare a los que llevan el pelo largo.
Salimos y empieza el juego, suele haber varios alumnos a los que paran todos los taxistas, otros a los que solo dos, otros a los que uno y alguien a quien no para ningún taxi. Es muy curioso ver las reacciones de estos últimos, si son nerviosos suelen gritar a los taxistas, se bajan del banco aunque no les cojan, me miran, se enfadan,... en cambio los tranquilos miran, llaman, miran, observan, vuelven a llamar a los taxistas, al final se quedan en el banco observando a los demás o pasando de ellos.
Dejo que el juego se desarrolle un ratito para que sean conscientes de que pasan "cosas raras" y luego paro y nos sentamos para hablar. Colocamos los bancos en círculo y se colocan los ciudadanos en un lado y los taxistas, conmigo, en otro.
M.E.: "¿Qué ha pasado?"
David: "A mí no me ha parado ninguno"
Elena: "A mi todos".
Pedro: "A mí Laura y Luis"
M.E.: "y ¿por qué ha pasado eso?".
Julio: "Porque tú les has dicho que sea así".
M.E.: "¿Pensamos un poco más?".
Poco a poco les hago ver que tenían consignas, las adivinamos y luego les pregunto cómo se sintieron. No sabían qué pasaría, no entendían por qué unos recorrían la ciudad y otros no, unos en un taxi y otros en tres. Han sentido cosas, seguro y las expresan. Les paso una hojita con unas cuestiones que se responde en nada:

¿Te ha molestado que no se parara el taxi al llamarlo? (coloca una X en la respuesta elegida)
SI         NO
¿Cómo te has sentido?
sorprendid@
molest@
rabios@
desconcertad@
ignorad@
despreciad@
irritad@
enfadad@
indiferente
nervios@


¿Te hubieras sentido igual si hubieras conocido las consignas al empezar el juego?
SI         NO


Un muchacho a quien no paró ningún taxi me comenta: "de todo, me he sentido de todo, menos indiferente, de todo, es que no entendía nada".
M.E.: "De eso se trata, de que te des cuenta de que si no conoces las normas y nadie te ayuda ni te las explica se puede pasar muy mal. ¿Y vosotros? - ahora me dirijo a los taxistas".
Ana: "Yo me sentía incómoda, no podía parar a todos y no podía explicarlo, no estaba a gusto".
Todos coinciden, no siempre es así, pero esta vez todos se sintieron mal no parando a algún compañero o compañera.
M.E.: "Sabéis, una vez me contaba una niña que vino de Rumanía que al llegar al instituto hablaba poco español, y que un día llegó al aula después del recreo y no había nadie, la profesora de guardia que la vio allí perdida le preguntó qué clase le tocaba, contestó que tecnología y la profesora la acompañó al edificio H para que estuviera con todos. Al llegar la profesora se enfadó con la niña y ella lo vivió muy mal, esperaba que los compañeros la hubieran ayudado. ¿Creéis que esta historia tiene algo que ver con el juego de la ciudad y los taxistas?".
Les miro y sus expresiones confirman, luego comentan, pero de momento me basta con mirarles a la cara y saber que han comprendido en qué consistía el juego.

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