11 diciembre 2012

Más de lo mismo

Voy a empezar la clase y aparecen dos niñas de 1º, Cristina y Vanessa; la primera es repetidora, la conozco; aunque no le doy clase, el curso pasado tuvo un problema con otro compañero y realizamos una mediación con un resultado muy favorable.
Les pregunto si tienen clase con Pilar y me dicen que me buscan a mí. Sorprendida les pregunto para qué.
C.: "Es que nos ha dicho Yoli (una profesora de lengua que pertenece al Seminario de Convivencia desde hace varios años) que te busquemos para hablar contigo".
Está claro que han tenido un problema con alguien, casi seguro es Cristina quien se ha visto implicada y Vanessa solo la acompaña. Toca clase con la UIEE, son pocos y el gimnasio es para mi así que les organizo la actividad mientras invito a la pareja  a que me esperen en el vestuario de las chicas.
Pido a mis alumnos que empiecen la clase sin mí; que me permitan unos minutos, mientras ellos juegan, para que yo hable con las niñas; encantados de no verme un ratillo, me dan permiso.
Entro en el vestuario y Cristina no me deja ni decir una palabra, es una muchacha a la que la adolescencia le ha caído de golpe, no le llegó poco a poco, es como si ella se durmiera un día como niña y se despertara con todas las hormonas alborotadas; la veo por los pasillos mirando a los chicos, asomándose a otras clases para ver a "fulanito" o "menganito", cuando coincidimos en el patio dando clase (yo con mi grupo y ella con el suyo) me ha preguntado por el nombre de alguno de mis alumnos, en fin, adolescente llena de hormonas y energía.

C.: "Mira, llevo un día negro, de verdad, negro, negro, es que todo me sale mal, y ahora ésto, es que solo me faltaba ésto, me he metido en el baño y he pensado ¡pero qué día de m...!, es que no puede ser".

Dejo que se desahogue un poco si no lo hace no podremos hablar, miro a Vanessa que asiente con la cabeza mientras su amiga habla.

M.E.: "Anda cuéntame qué ha pasado y yo te intento ayudar".
C.: "Nada, que estábamos en el recreo y se acerca Luis, que ahora está en 2º (hace un gesto muy gracioso, por desgracia inefable, reconociendo que ella debería estar también en 2º), que somos muy amigos y me dice que por qué he dicho de él esas cosas, y te aseguro que no he dicho nada, no lo entiendo, pero si somos muy amigos (en este momento ya no puede más y se levanta y se pasea gesticulando, me encantan cuando muestran sin pudor estos alardes de vida) y se lo he dicho, pero que yo no he sido, que te aseguro que no, pero está enfadado conmigo. Y luego viene Soraya, que es compañera mía y me dice también lo mismo, pero que yo no he dicho nada de ella (mientras lo afirma se acerca a mí para intentar convencerme de su verdad) y luego Andrea con cuatro chicos más, todos a gritarme y a decirme cosas".

En ese momento se sienta a mi lado, su gesto es de total impotencia, no entiende nada, está muy frustrada, se siente víctima de un complot y tanto la situación como sus emociones están completamente desbordadas.

M.E.: "Vamos por partes, ¿has tenido algún problema con alguno de ellos?".
C.: "No", me pone una carita de niña buena sorprendida que es imposible dudar de que dice la verdad.
M.E.: "Algo, aunque que te parezca poca cosa".
C.: "Si, a Soraya le dije tonta el otro día porque me puso la zancadilla y casi me caigo, y va y se ríe de mí."
M.E.: "¿Cuándo pasó esto?"
C.: "El otro día en el pasillo de plástica, que había mucha gente y me hizo eso."
M.E.: "¿Estás completamente convencida de que fue ella?"
C.: "Bueno,..., verla no la vi, pero se rió."
Muchas dudas, ella es muy rápida respondiendo, ahora Cristina también duda de si se ha equivocado.

M.E.: "Quizás solo te vio dar el traspiés y se rió, eso da risa".
C.: "Bueno, quizás".
M.E.: "A mí todo esto me parece raro, ¿Te han dicho quién les ha dicho que tu decías?"
C.: "No", pero me mira como diciendo "en eso no había pensado yo".
M.E.: "Para mí está claro que alguien está enfadado contigo y va diciendo cosas para que otros se enfaden contigo. ¿Qué te parece si mañana en el 2º recreo nos reunimos todos?, vosotras, Luis, Soraya y Andrea y hablamos de este lío.

Cristina se levanta como si ya estuviera todo solucionado, hace un gesto a Vanessa para que la acompañe, me mira relajada y me pregunta:
C.: "A ellos se lo dices tu o se lo digo yo"
M.E.: "Yo, yo, que será mejor, tu ya no hagas nada, nos vemos mañana, ¿vale?".
C.: "Gracias María Eugenia, ¡cuánto me alegro de haber venido a verte!", me dedica una preciosa sonrisa y desaparece de la mano de su amiga. 

Respiro hondo para recolocar todo en mi cabeza, apuntar los nombres de todos los implicados en el lío y pensar cómo podré organizarme para avisar a todos mañana, ya veré. También pienso en Vanessa, ¡qué bueno es tener una amiga así en estos momentos!, alguien que te acompaña, te apoya y no te complica nada la vida, creo que una persona así en momentos como el que vivía Cristina es un auténtico lujo, pero ahora toca seguir con mi clase.

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